Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
11 Mar 17
Mateo 21:33-43, 45-46
Este es el heredero: venid, lo matamos
«Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.
Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.
Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon.
De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera.
Finalmente les envió a su hijo, diciendo: «A mi hijo le respetarán.»
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: «Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia.»
Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron.
Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.»
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?
Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.»Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.
Al leer esta parte del evangelio “Los viñadores asesinos”, en primera instancia, me resulta muy controvertida y algo contradictoria para mi humana lógica; luego lo veo como una lección tremendamente esperanzadora para los tiempos en que vivimos.
Cuando el orbe muestra una cara amenazante por las malas “artes” y prácticas desplegadas en la política y economía mundial, parecen ser los viñadores asesinos los que se apoderan de una enorme cantidad de los bienes materiales de este mundo; usando para estos fines, la violencia en sus más variadas formas, provocando entonces, muerte, hambre, pobreza, sufrimiento y la consecuente desesperanza.
El sometimiento a vidas infrahumanas de miles de personas, refugiados, víctimas de guerra, e inmigrantes, como la muerte innecesaria de millones de personas y la destrucción continua de nuestro planeta, son algunas de las consecuencias de esta falta de reconocer la “piedra principal” en la cual fundar la historia de cada hombre y de la humanidad.
Contrarrestando estos hechos, existe una gran cantidad de “corrientes pensadoras” que se culpan, se amenazan, castigan, discriminan y separan a los “supuestos buenos” de los “supuestos malos” según sus propios cánones de justicia e intereses. Sin embargo dice el evangelio: “Jesús agregó: ¿No han leído nunca lo que dice la Escritura? La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra principal del edificio. Esa es la obra del Señor y nos dejó maravillados”.
La respuesta, entonces, está en la mirada de la humanidad a restablecer el sentido de su propia vida en la “Piedra Angular”, cuyo fundamento radica en el Amor, que para nosotros los creyentes, no es más que Cristo vivo en el sino de cada hombre. La consecuencia a esta perspectiva, destruye por sí misma la ambición y las ansias de poder de cada persona, por obtener las ganancias y derechos a una porción de las riquezas de este mundo, e imprime en el corazón humano la generosidad y la verdadera justicia, compartiendo este mundo maravilloso que Dios nos regaló y que nos empeñamos en destruir. Entonces, tenemos “el camino y la verdad”, y la promesa de la trascendencia de nuestro ser en el Amor más allá de la vida terrena. Esta es la Buena Nueva, que en dos milenios no acabamos de entender.
En este mismo pasaje, Jesús también da una fuerte advertencia a los fariseos de la época; y hoy por hoy, son muchos quienes rasgan vestiduras ante el sufrimiento de la humanidad, pero que en lo concreto, no comprometen ni su vida, ni sus acciones con el amor, ni la justicia, ni la generosidad.
Aquí entonces, Cristo “piedra principal”, renueva las esperanzas en la trascendencia de nuestras vidas, en el Amor infinito.
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