Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
17 Ago 13
Mateo 22, 1-14
«A todos los que encuentres, invítenlos a la boda”
Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus *siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas. ”Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren. ”Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.
»Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, le dijo. El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes. ”Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos.»
Dios nos está invitando a las bodas de su hijo y así lo hace domingo a domingo. En realidad lo hace día tras día, constantemente. Pero nosotros, personas tan importantes y ocupadas, siempre tenemos una u otra disculpa y así fallamos. Dejando siempre al anfitrión con todos los preparativos y la cena servida, esto resulta, por decir lo menos, bastante feo. La boda a la que estamos siendo invitados es una fiesta, ceremonia que tiene varias partes cuya importancia va” in crescendo”, comenzando con el recibimiento de los invitados, por parte del celebrante, las lecturas, el ofertorio, el Padre Nuestro, la Consagración y la Comunión. Gran importancia debemos darle al saludo de la paz. Desafortunadamente a este momento de la eucaristía no se le da la preponderancia que debiese tener, ya que el desear la paz al vecino, al hermano que está a nuestro lado es primordial. Tendríamos que imaginarnos que es el mismo Cristo en persona quien está a nuestro lado. Al pensar así, tal vez le daríamos otro sentido e importancia a este instante.
Cristo se quedó para nosotros en la misa y, no solo eso, Cristo es el anfitrión, el dueño de casa que nos está invitando a esta gran celebración, la cena del Señor. Él está con y en nosotros, conviene no sólo aceptar tan digna invitación, sino que al asistir a ella, tomar parte activa en el festejo. La mejor forma de participar es comulgando, porque si la invitación es a una cena, lo que corresponde es cenar, nadie va una cena y se queda sin comer. La misa es, sin lugar a dudas, la celebración más importante del Catolicismo. Démosle entonces el valor que realmente se merece.
Revisando el tenor de la lectura, recuerdo perfectamente que siendo niño, pensaba lo injusto que me resultaba la sentencia a aquel invitado que, por no tener el traje de bodas correspondiente, no solo se le echaba del festejo sino además, se le ataba de pies y manos y se le mandaba a donde había” llanto y rechinar de dientes”(infierno). En mi pensar de niño, entonces me decía, que tal vez ese pobre hombre no tenía el dinero necesario para adquirir el traje de bodas. Pero, no, el asunto más bien va por otro lado, es de tener una conciencia limpia, estar sin culpa (sin pecado). Esto nos lleva a ese pasaje que nos habla de que no corresponde presentar nuestra ofrenda sin antes habernos reconciliado con nuestro hermano (Mateo 20,17/22). Por lo tanto, deberíamos examinarnos, en lo posible, diariamente para sopesar como están las relaciones con nuestros semejantes. Recalco esto porque siempre, lo más importante es nuestro prójimo. Ver en qué hemos fallado en cuanto a nuestros semejantes y qué hemos dejado de hacer para con ellos.
Francisco le está dando a la liturgia, tal como lo está haciendo con muchas otras materias de nuestra iglesia, la importancia que siempre se le debió dar. Pero siempre primero y antes que nada está la caridad.
Preguntémonos ¿Qué es para nosotros la misa, le damos la importancia que debería tener?
Muchas gracias Percy por poner en tu motivación la asistencia a la Santa Misa en los tiempos que vivimos.Hay una gran ignorancia de nuestra parte: vamos a misa «porque es obligación», «porque nos gusta como habla el cura» o «porque estamos en un problema agobiante que necesitamos expresar». sufrimos gran distracción, estamos pendientes de cosas intrascendentes y al momento de la paz, damos la mano con susto e incluso recelo. Estamos super perdidos…debemos ir a Misa por el deseo imparable de tener un encuentro extraordinario con el Señor, sentir la maravillosa comunidad y ser el pueblo de Dios que se mueve, y vivir el momento mas crucial:recibirlo en la EUCARISTÍA. Te agradezco amigo por tus sabias palabra. Luis Lira
He tenido desde siempre lo que llaman los sicólogos “Déficit atencional”, por lo tanto tengo que continuamente hacer un esfuerzo para compenetrarme continuamente en todas las partes de la ceremonia de la misa. Pero puedo decir, que es para mí una instancia maravillosa, en donde una vez a la semana dispongo mi persona para el encuentro con Jesús. Me encanta, la disfruto, en ocasiones me emociono, una hora dedicada a compartir una cena con el Señor, ¿por qué podría privarme yo de algo que me hace tan bien?. Cierto es, que hay veces que no comparto con la visión de los sacerdotes con respecto a su interpretación de la palabra, pero tal vez es una manera de provocar en mi, una mayor reflexión sobre la misma.
En todo caso, si pudiera compartir el gozo que significa para mi asistir a esta fiesta conmemorativa de “compartir” en el nombre de Dios, diría a todos, ¡vamos!, ¡participemos!, de esta comunión de hermanos con Jesús, sólo se necesita una buena disposición.