Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
27 Oct 08
Mateo 22, 34-40
Amarás al Señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo
Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”
Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos”.
Jesús no vino a cambiar la Ley, vino a mejorarla, vino a explicar con claridad lo que tenemos que hacer para cumplir la voluntad del Padre que nos creó con amor y, ante la necedad de quienes no quieren entender, pronuncia con sabiduría y autoridad el primer mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”… y añade de inmediato, el segundo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
¿Entendieron esta respuesta? ¿La entendemos ahora? O seguimos pensando en que hay que amar a Dios sobre “todas las cosas”…
¿Tenemos claro que somos llamados a tener un solo Señor? ¿O estamos confundidos y desesperados porque no tenemos todo lo que queremos o porque el sistema económico está tambaleante?
¿Cómo hemos amado al prójimo o cómo lo estamos amando?
¿Somos capaces de preocuparnos de que todos los que conocemos vivan con justicia y dignidad? Si es así, entonces, ¿por qué hay tanta desigualdad en las condiciones de vida de los seres humanos del planeta?
Miremos a nuestro alrededor, mirémonos a nosotros mismos y pensemos: ¿Cómo nos amamos? ¿qué queremos para nosotros?, pues, así hay que amar a nuestro prójimo y DARNOS de acuerdo a nuestros dones, con nuestros conocimientos, con nuestra esperanza para no sólo “dar el pescado, sino enseñar a pescar”
Entonces podremos decir que amamos a Dios con nuestro corazón, nuestra alma y nuestra mente, como Jesús nos enseñó no sólo de palabra sino de obra, hasta dar la vida por nosotros.
Abramos nuestro corazón y nuestra mente para entender de una vez, el mensaje de Jesús y así actuar con coherencia.
Deja una respuesta