Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
27 Ago 12
Mateo 25, 13
“¡Que llega el esposo!, salid a recibirlo!”
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dennos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas». Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayan a la tienda y lo compren». Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Les aseguro: no las conozco». Por tanto, velen, porque no saben el día ni la hora».
Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.
Así, uno se recuerda aquella parábola de los dos constructores* -el necio que construye sobre arena y el prudente que edifica sobre roca-.
Pero después, y recordando que cuando leo una parábola tengo que poner a Jesús como telón de fondo, caigo en la cuenta que el protagonismo no es de las doncellas, sino del novio; que la parábola no trata de hacer ver lo que el hombre es para Dios sino que Dios es para el hombre. No es un sermón, para Él, dejar que las lámparas se apaguen no es un pecado sino una insensatez.
Las ansias del corazón humano se satisfacen solamente entrando con el novio en la casa del banquete. Ansias de amor, de verdad, de plenitud. Ansias que nunca quedan satisfechas. Solamente ÉL las satisface.
Cristo está en el centro de la atención de toda la obra de Dios, desde la creación hasta la redención, pasando por la historia personal de cada uno. Claro que la parábola me pide mantener mi lámpara bien provista. Que si no los reveses de la vida y la rutina me la apagan. Mi lámpara llena de fe alimentada en la fuente de la Palabra.
Si así vivo mi vida estará centrada en el Novio e importara poco que éste llegue tarde o temprano.
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