Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
19 Mar 08
Mateo 26, 14-25
¿Que están dispuestos a darme si se los entrego?
En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle: «El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es.
El diccionario define traición como “delito que se comete quebrantando la fidelidad que se debe guardar”. Esta acción, tan típica del hombre, destruye desde una hermosa amistad hasta un número grande de vidas.
Dios es perfecto, por lo tanto la traición no puede venir de su parte. Estamos hechos a su imagen y semejanza, y uno de los regalos más grandes que Él nos ha dado es la libertad de elegir. El libre albedrío que siempre debería estar enfocado al bien común. Pero cuando el diablo mete la cola, pasa lo contrario. La traición le dobla la mano al plan que Dios tiene para nuestras vidas.
Con falsas promesas de satisfacción y plenitud, la traición deja en la miseria a quién la hace. Tenemos varios ejemplos en la Biblia: Adán y Eva tentados por la serpiente en el Paraíso. “Serán como dioses” si comían de los árboles del jardín (Génesis 3, 5). Olvidando la promesa que le hicieron al Creador, el hombre y la mujer sintieron un gran remordimiento. “Entonces se les abrieron los ojos y se dieron cuenta que estaban desnudos” (Gn. 3, 7).
Luego que Dios le entregara las tablas de la Ley, Moisés bajo del cerro en que se encontraba y encontró al pueblo de Israel alabando al becerro de oro, un falso ídolo que se construyeron angustiados por el tiempo que llevaban peregrinando hacia la tierra prometida. La ansiedad y la desconfianza en lo que Dios les había dicho hicieron que los israelitas traicionaran al Señor. (Éxodo 32).
La traición de Judas a Jesús es una muestra más de lo frágil que puede llegar a ser nuestra Fe si no creemos con todo nuestro corazón. El “camino ancho” de tentaciones que uno siempre pone de ejemplo a los niños cobra vigencia con falsas promesas de realización personal si traicionamos a Dios y lo que Él tiene para nosotros.
El Señor siempre quiere lo mejor para sus hijos y para eso nuestra vida, aunque tenga muchos sufrimientos, es un camino para convertirnos en mejores cristianos e hijos dignos del padre.
Así lo entendió Job, un hombre muy querido por Dios, al cual puso a prueba: le quitó todos sus bienes y se llevó a su familia. En la miseria, Job asumió la voluntad del Creador, quién al ver su enorme Fe le devolvió todo lo que tenía. “Yavé hizo a Job más rico que antes. Tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras” (Job 42, 12).
Comprometámonos esta Semana Santa, junto a Cristo Crucificado, a aceptar todo lo que Dios tiene para nosotros sin traicionarlo. Pidámosle que no nos deje caer en la tentación, y como dice la canción “si el sol llegara a oscurecer y no brille más, debo confiar en el Señor que no va a fallar”.
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