Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
25 Jul 14
Mateo 28, 20-28
Mi cáliz lo beberéis
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos”. Y Él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.
Hoy se habla de “héroes sociales”, es decir, personas que dan ejemplo por su forma de entender la vida y su ayuda a los demás. Sus experiencias las podemos ver a diario en blogs y redes sociales. Veamos un ejemplo:
Valparaíso, Chile, fue decretada zona de catástrofe debido a un dantesco incendio que afectó gran parte de la zona alta de la ciudad, dejando varios muertos y gran cantidad de familias sin hogar. Debido a su labor, los bomberos de Chile fueron catalogados como héroes de esta tragedia. Hay que destacar que estos abnegados jóvenes son honorarios que no trabaja por un sueldo, sino que sólo los guía el bien común de la comunidad. Cientos de ellos, de diferentes compañías y ciudades, sin pensarlo dos veces, acudieron al combate de las llamas. La tarea no fue fácil, tanto para ellos como para la inmensa cantidad de voluntarios que fueron a servir a los desvalidos, sin embargo, entre todos supieron superar la situación.
Durante toda la historia han existido muchos tipos de héroes. Algunos peleando para obtener la liberación de un pueblo, otros por conseguir un imposible. Estos son a los que se refiere Jesús cuando dice: “El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo”. En este pasaje, Jesús nos invita también a vivir en actitud de servicio a los demás. El murió en la cruz porque “no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida por la redención de todos”. Esto implica huir de los honores, de la sed por la estima y el reconocimiento ajeno. Conlleva el entregarse en servicio desinteresado al prójimo, buscando el bien del otro, sirviendo a todos con verdadero amor.
A todos nos gusta el poder, el ser reconocidos como los más importantes, entre los mejores. Este Evangelio nos relata el hecho que la madre de los Zebedeos se acerca a Jesús para pedirle que sus hijos se sienten a su derecha y a su izquierda en su Reino. Es el deseo de una madre para sus hijos que no podría ser mejor. Jesús se da cuenta de sus intenciones y se adelanta a preguntarle “¿Qué deseas?”. La madre hace su petición y Jesús responde con la frase “No saben ustedes lo que piden”. Esta frase le debió de haber dolido a Jesús en lo más íntimo. ¡Tanto tiempo llevaba ya con ellos y ellos seguían esperando en un mesías mundano! ¡No habían entendido todavía el Sermón de las Bienaventuranzas y las predicaciones acerca del Reino de Dios! No habían comprendido que “el que quiera ser grande, que se haga servidor; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo”.
La fe en Jesús es algo que se debe llevar y reflejar en la vida. No podemos sólo esperar a que nos salve por habérselo pedido.
¿A qué se refiere Jesús cuando habla de “su cáliz”? El cáliz es la voluntad de su Padre, la cual él acepta con obediencia, con amor hasta la muerte. En pocas palabras Jesús nos da una conferencia magistral de lo que es el “servicio”. Hemos de “beber el cáliz”, es decir, hemos de participar con Él en su sufrimiento. No sólo habla de beber un cáliz, sino de beber el cáliz que Él beberá.
Este texto me deja la sensación que Jesús lo pone todo patas para arriba. Todo lo trastorna. Y no es casual. Es que si realmente queremos cambiar este mundo, tenemos que empezar por cuestionar todo lo que hacemos, para dejar de hacerlo. No podemos promover la paz, la justicia y el amor, si seguimos haciendo lo mismo, si nos acomodamos y lo único que buscamos es privilegios y reconocimientos. Lo que nos propone es exigente. No se trata de pasarlo todo por paños tibios, mientras nos golpeamos el pecho y seguimos haciendo lo mismo de siempre. Se trata de cambiar y este cambio tiene que reflejarse en nuestros actos, en nuestras prioridades, en nuestro comportamiento, en la forma en que tratamos a los demás, procurando servirlos, antes que servirnos de ellos, que es a lo que estamos acostumbrados. ¡No es cualquier cosa!
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Isabel Margarita me ha llegado al corazón tu reflexión, solo me pregunto que estamos esperando para ponerlo en práctica, personalmente me cuestiono diariamente para poder servir y realizar lo que JESUSCRISTO nos enseña. Se dice que es difícil seguir al SEÑOR pero cuando uno lo trata de hacer te das cuenta la felicidad que provoca en tu vida
Isabe, me gustó mucho tu comentario, muy de acuerdo a la contingencia.
Creo que es una de las partes más complicadas de seguir el Evangelio, negarse a la vanidad, al reconocimiento del ego. La “humildad”, es la virtud más difícil de alcanzar, puesto que en cuanto te sabes “humilde”, inmediatamente dejas de serlo. Tener la humildad suficiente para practicar lo que todos los cristianos reconocemos en la oración que el Señor nos enseñó “hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo”, es acatar lo que Jesús quiere de nosotros, una plena disposición a la Palabra. ¿Qué la dificultad es enorme?, ¡¡por supuesto, que lo es!!.
Todos en alguna vez en la vida nos hemos sentido envanecidos por algún logro, por algún talento o capacidad que nos distingue; pero debemos entenderlos como regalos del padre para servir al prójimo, al final poseerlos es una gran responsabilidad que se nos otorgó para invertirlos en el “Bien”.
En la actualidad, lo que se nos transmite es una idolatría al ego; y lo peor es, que los méritos son tan diferentes a los preconizados por nuestra fe. El que es capaz de tener más dinero, el más agresivo, el que hace las críticas más descarnadas sobre otra persona; se confunde la sinceridad con el desatino, la agresividad con “personalidad”, el ser trabajador con ser ambicioso, el ser austero con ser avaro, ………..y así, se repiten muchos ejemplos.
Jesús busca en nosotros la sencillez, la modestia, la entrega, y nos dice sólo el Padre podrá determinar tu lugar en la eternidad, si has podido servir según los talentos que se te entregó.