Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
04 Ene 10
Mateo 4,12-17.23-25
«Está cerca el reino de los cielos»
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.
En cuanto llegó a mis manos este Evangelio de Mateo, me quedé prendido del versículo 17: “Cambien su vida y su corazón porque está cerca el Reino de los Cielos”.
La palabra cambio, tan recurrente en nuestros días de contienda electoral me retumba por todos lados: “cambio de estrategia”, “vamos por el cambio, etc”. De este modo me he puesto a meditar en relación a la diferencia entre el cambio del hombre y el que nos pide Dios. El hombre busca una sociedad más justa, la juventud quiere un nuevo modo de ejercer la política, cambio de modelos económicos etc. Todos loables sin duda alguna, pero muy repetidos e inconsecuentes porque no se nota compromiso, «mucho más de lo mismo”.
En el plano individual, el hombre de hoy se afana por buscar un nuevo look. Cada día son más los hombres que se suman a una preocupación que antes era territorio exclusivamente femenino, para optar a las múltiples oportunidades que da la cirugía plástica y la cosmética para impedir el “envejecimiento”, muchas veces con dudosos resultados. Todos estos son cambios de superficie que no calan en la transformación verdadera del hombre.
El cambio que viene de Jesús nada tiene que ver con los discursos de campaña ni con la cosmética, es algo mucho más profundo que ni siquiera dimensionamos: la conversión del corazón. Hace mucho tiempo que pienso en esto y cuando lo profundizo un poco quedo sin aliento. Nuestra naturaleza humana, temerosa y egoísta se resiste a dar este paso, nuestros apegos materiales nos impiden volar. A pesar de que lo he intentado muchas veces, he fracasado otras tantas. ¿Cuál es el camino?: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14,6.
Nuestro fracaso se basa en la osadía de intentarlo solos. Dios cuenta con nosotros, con nuestros defectos y virtudes, su amor es tan grande que nos quiere así y nos espera para la gran obra del mundo. Todo lo podemos en Él.
Los invito pues a sumarnos al Cambio de Jesús en el inicio de una nueva década. La tarea que les propongo en estos días, es meditar buscando el camino propio para “mi cambio personal”. ¿De qué modo? Haciendo bien lo que tenemos que hacer, siendo justos y conciliadores, honestos, generosos y humanitarios, amando y sirviendo, metiendo las manos al barro para tenderla al hermano que se hunde, en fin, reconociendo a Jesús en la vida diaria, poniendo amor en todo lo que hagamos. San Juan de la Cruz, doctor místico y poeta nos enseña: “En la tarde de la vida, te examinarán en el amor”. Esta propuesta es una verdadera revolución en nuestra vida. Solo podemos esperar cambio en el mundo, si parte por nosotros mismos. “Cambien de vida y su corazón porque está cerca el Reino de los Cielos”…tal vez mucho más cerca de lo que imaginamos. Feliz 2010 en la compañía del Señor, con un abrazo fraterno junto a sus seres queridos.
Cariñoso saludos para ustedes, un feliz año 2010.
Muy bonita la reflexión de Luis Lira, me hace pensar en mi propio camino, cuántos y cuáles refugios buscamos! Tenemos tantas fábricas de ilusión y a veces nos dejamos tentar y cubre la oscuridad, a veces la verdad es dura; el amor sigue siendo más fuerte como nos recuerda San Juan de la Cruz , hay que buscarlo y el refugio más seguro sigue siendo Dios, no es ilusión.
Nunca había entendido tan bien lo del cambio de corazón del que nos habla Luis, hasta que oí la historia de un cerdito que fue regalado a una reina, para que viviera con ella en el palacio real. La reina lo vestía con ropas finas y lo perfumaba todos los días para que siempre estuviera bien presentable, pero el animal en cuanto tenía una oportunidad, corría y se metía en el lodo. Un día la reina se canso de la actitud sucia del marrano y le dijo: “Si te vuelves a meter en el lodo, te mandare cortar la cabeza”. El cerdo tuvo gran temor y se enmendó por unos días, más la naturaleza cochina y animal lo volvió a llevar al lodo.
La reina lo agarro por el cuello y dio la orden para su ejecución. El cerdo chillaba y pedía perdón, pero la reina no escuchaba. Ya a punto de morir, el cerdo llamo a la reina y le dijo: “Se que voy a morir, pero no soy yo el culpable, el culpable es mi corazón de cerdo,
no me corte la cabeza, mejor sáqueme este corazón de cerdo y déme un nuevo corazón; un corazón real, así le prometo que voy a cambiar”. El verdadero cambio tiene que venir de adentro, pues no podemos tener un nuevo final sin un nuevo comienzo. Venir a ser una nueva creatura en el Señor.
Gracias.
Jose, Nueva York, USA.
Felicidades Luís Lira por tu comentário. Tal como lo expresa Luís el cambio que nos pide Cristo no es un cambio cualquiera, es una conversión, un cambio verdadero y del corazón como lo dice uno de los comentaristas. Este cambio es como lo dice Luís, un cambio casi imposible, es una fractura total con nuestra manera habitual de actuar y sentir. Una cesura que nos asusta, aterroriza, diría yo, por la magnitud del cambio y por el compromiso que implica. Un cambio que siento tal como Luís, que nos queda grande, no damos la medida solicitada por nuestro señor Jesús, sólo con Su ayuda lo podemos lograr. Siempre hermanados en el amor de Cristo.
“Cambien su vida y su corazón” nos dice el Evangelio de este Lunes. Ello, siendo muy difícil, debemos intentarlo cada uno en el quehacer diario y proclamarlo al mundo de hoy. Al respecto deseo citar lo que la obra “El profeta” el pensador y escritor libanés Khalil Gibrán (1883 – 1931), nos dice: «A vosotros la tierra ofrece sus frutos, y nada os faltaría si supieran cómo llenaros las manos, cambiando los frutos de la tierra en el mercado que hallaréis en abundancia, y así quedarían satisfechos. Y sin embargo, a menos que el cambio se haga con amor y justicia, este conducirá a unos a la avidez y a otros al hambre. Por tanto, antes de abandonar el mercado, aseguraos de que nadie se retire con las manos vacías, porque el espíritu amo de la tierra nos descansará en paz sobre el viento hasta que las necesidades del más humilde entre vosotros no hayan sido satisfechas».
Muchas gracias Lucho por tu excelente reflexión y orientación a los tiempos de hoy.
Querido Lucho, hoy sí que me llegó «al nervio», sobretodo esa parte donde hablas de nuestra naturaleza humana temerosa y egoista (es para mí), o de meter las manos al barro para ayudar al que se hunde (pienso en mi hermana que veo que va en picada y no sé cómo ayudarla) y finalmente como tan bien dices, sólo podemos esperar un cambio en el mundo si partimos por nosotros mismos.
Doy gracias a Dios que esta vez me mandó este «recordatorio» a través de tí