Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
11 Jun 08
Mateo 5, 13-16
Ustedes son la luz del mundo
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.»
El contenido principal del Evangelio de Mateo está dividido en cinco discursos que representan los cinco libros de la Ley de Moisés. El texto de hoy es parte del primer discurso, también conocido como el Sermón de la Montaña.
Para los que vivían en el tiempo de Jesús, la sal era un elemento precioso porque se usaba no sólo para dar sabor a los alimentos, sino también para preservar la carne y el pescado de su descomposición natural. Asimismo, la luz de una lámpara de aceite era indispensable en una época que no había electricidad ni linternas.
Casi siempre que Jesús quiere comunicar un mensaje importante, recurre a una parábola o comparación, sacado de la vida cotidiana. En general, no explica las parábolas, porque tratan de cosas que todos conocen por experiencia. En esta oportunidad Jesús usa dos elementos bien conocido de todos.
La sal no existe para sí, sino para dar sabor. Con la sal nos está diciendo que los “ciudadanos del Reino”, es decir todo cristiano, tienen como misión hacer el mundo mejor a los ojos de Dios y también de los demás. Estamos llamados a dar “buen sabor” al mundo, a ser “agentes saborizantes” para el mundo, y a ser sal para que el mundo no se descomponga o se corrompa.
La luz no existe para sí, sino para iluminar el camino. La luz nos indica la misión a la que estamos llamados: ser “luz” en un mundo de tinieblas, luminarias reflejando la Única Luz Verdadera, que es Cristo. Esto nos obliga a hacernos visibles, a que seamos vistos, porque fuimos diseñados para hacer brillar la luz de Cristo a través de nuestras actitudes cotidianas.
Nosotros, nuestra comunidad, no existimos para nosotros mismos, sino para los otros y para Dios. Así debe ser una comunidad: no puede encerrase en sí misma.
Jesús nos presenta dos imágenes que nos recuerdan que la misión del cristiano es estar en el mundo y para el mundo, procurando cambiar lo que está mal, iluminando con la luz del Evangelio. Esta misión no nos exige hacer cosas extraordinarias, sino a vivir la vida con el sabor y la fuerza de la sal y la luz; a anunciar y testimoniar el amor, la solidaridad y la paz como fuerza que transforma la historia.
Muchos diremos “yo jamás sería capaz de ser una luz tan potente que logre iluminar a nadie”, pero podemos ser una lucecita, que unida a otros, ilumina. Si somos como un muro de piedra, la luz no pasa. Iluminamos con nuestras actitudes positivas, sin egoísmos ni vanidad.
Jesús quiere que cada uno de nosotros analicemos la experiencia que se tiene de la sal y de la luz para entender la misión de nosotros los cristianos. ¿Habrá alguno en este mundo que no sepa qué cosa es la sal o la luz?
Como reflexión de esta semana yo los invito a ponernos en el lugar de algún conocido, incluso de una persona querida y analizar cómo su vida o cómo asumen responsabilidades, sufrimientos, etc. tantos otros que no han tenido el regalo de la sal y la luz que nosotros hemos tenido el privilegio de gozar. Es más que probable que encontraremos innumerables acciones donde poder llevar esa sal y esa luz que nos sugiere este evangelio.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
EXCELENTE REFLEXIÓN. ES OPORTUNA, TAL VEZ SERÍA DE MUCHA AYUDA PONER ELEMENTOS DE IMPORTANCIA ACTUAL COMO LO FUERON LA SAL Y LA LUZ PARA LOS DEL TIEMPO DE JESÚS, ESTO PODRÍA HACER COMPRENDER LA FUERZA DE LA PALABRA DE JESÚS PARA NOSOTROS COMO LA TUVO PARA ELLOS. GRACIAS.
PERO ES EXCELENTE COMENTARIO.
es un excelente comentario para los tiempos de hoy, como el ser sal, nos convendría para poner condimento a la vida, hubiera querido que tomen en cuenta un poquito de lo que se hacía antes en y con el agua del baptisterio, se nos bautizaba con agua y sal, creo que precisamente para no corrompernos y dar sabor que es lo más importante gracias