Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Mar 14
Mateo 5, 20-26
“Vete primero a reconciliarte con tu hermano”
Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos. “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ‘No mataras’ y: ‘Cualquiera que cometa homicidio será culpable (responsable) ante la corte.’ Pero Yo les digo que todo aquél que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: ‘Insensato (Inútil)’ a su hermano, será culpable ante la corte suprema (el Sanedrín); y cualquiera que diga: ‘Idiota,’ será merecedor del infierno de fuego. “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. “Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Pucha! Qué difícil es esto, ¿no?, pues siempre andamos hablando mal de los otros, por uno u otro motivo… Estas palabras vienen en el mismo capítulo después de las bienaventuranzas, donde se reúne una serie de enseñanzas, mandatos y recomendaciones. Todas como ampliación o perfeccionamiento de las leyes antiguas.
El delito señalado aquí por Jesús no se refiere sólo a “no matar” físicamente, sino a no hacerle ningún daño, a no indisponerse con el otro, ni siquiera a insultarlo. Nuestra justicia debe superar, nos dice, a la de los escribas y fariseos. Antes de presentar nuestras ofrendas al Señor tenemos que estar en paces con el hermano.
Es muy corriente desmerecer al prójimo por cualquier motivo, rencillas personales o familiares, y muy general en nuestros días por el simple hecho de que no piensa como nosotros, ya sea en cuanto a nuestra religión o a diferencias políticas. Anatemizamos al que no es católico, al judío o al musulmán, sin más, o al que practica nuestras religiones originarias y creemos que se va a condenar sin salvación. Pero, también al que no coincide con nuestro planteamiento político. Tildamos muy rápidamente de comunista, socialista, terrorista o de capitalista o rico burgués, al que no coincide con nosotros y nuestros países se vuelven una olla de grillos y ¡todos se pelean contra todos!
Qué hermoso sería, ahora que entramos en la Cuaresma, poder ser tolerantes y aceptar que el otro puede no coincidir con nosotros, buscar la conciliación con el vecino, aunque no piense como nosotros… Difícil a veces, pues por otra parte tenemos que hacer prevalecer la verdad y la justicia. Rechacemos al pecado pero no al pecador y busquemos la verdad en las enseñanzas de Jesús, preguntándonos en cada caso ¿Qué hubiera hecho Jesús en esta situación? Y tratemos de que ésa sea la base de nuestra reconciliación.
Qué bien viene este pasaje hoy aplicado a los problemas en Venezuela, por ejemplo, para no hablar de mi propia Bolivia. Se sacan la mugre sólo porque tienen ideas diferentes, insultos van e insultos vienen. ¿Habrá forma de conciliar los excesos y aceptar al otro aunque no piense como yo, sin acudir a la violencia?
Declaro que casi todos somos culpables de esta intolerancia, y a veces acusamos a unos de lo que nosotros mismos padecemos. Hagamos las paces, chavos, alertas al gran mandamiento de “amar a tu prójimo como a ti mismo”.
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