Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
06 Feb 16
Mateo 6, 1-6, 16-18
Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará
Guárdense de las buenas acciones hechas a la vista de todos, a fin de que todos las aprecien. Pues en ese caso, no les quedaría premio alguno que esperar de su Padre que está en el cielo. Cuando ayudes a un necesitado, no lo publiques al son de trompetas; no imites a los que dan espectáculo en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Tú, cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha: tu limosna quedará en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. (…) Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Cuando tú hagas ayuno, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve las cosas secretas, y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará.
“Y tu padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio”. Es verano en el hemisferio sur, y muchos aprovechamos de tomar unos días de vacaciones. Es el momento de visitar familiares, de ordenar nuestras cosas, pero sobre todo descansar. Ese descanso incluye viajes a la playa, al campo, y tal vez a otro país. Las redes sociales permiten compartir al instante las fotos de nuestras aventuras con amigos y conocidos. ¿Se acuerdan cuando había que ir al estudio de fotos a revelar los rollos para llenar un álbum? Todo eso es pasado. Nuestra conexión con el mundo es instantánea.
La religiosidad es parecida a nuestras vacaciones. Nuestra relación con el Padre es tan maravillosa y única que queremos compartirla con nuestros seres queridos. Eso está muy bien. No hay que avergonzarse de las cosas buenas, como dice mi madre.
Juan Pablo II a principios de la década del 2000 ya hizo el llamado a aprovechar las nuevas tecnologías para la difusión del Evangelio. Es interesante ver también cómo haciendo click en el computador podemos buscar respuestas a dudas sobre la Biblia y la religión, entre otros temas.
Como las fotos de nuestras vacaciones, en la práctica de nuestra religión debemos reflexionar sobre qué queremos mostrar: si a nosotros en el centro de las acciones o el mensaje de Dios. Caer en lo primero es muy fácil, ya que el Señor obra a través de las personas, y es sencillo para nosotros quedarnos con todo el crédito. En esta euforia por mostrarnos, Jesús nos llama al silencio. Tranquilidad y paciencia.
Como dijo Vicente Huidobro en su Arte Poética: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! Hacedla florecer en el poema”. Vivamos la alegría del Evangelio de manera serena, trabajando en la construcción del Reino de Dios en la Tierra, de manera que sean nuestras acciones las que hablen por nosotros. No se preocupen; la gente, aunque no lo crean, los está observando. Y que nuestra sonrisa, en los momentos buenos y malos, marque la presencia del Padre en nuestras vidas.
En este tiempo busquemos en la vida de los Santos ejemplos que nos aviven el fuego de mostrar el mensaje de Dios por sobre todo. Como Maximiliano Kolbe, franciscano polaco, dedicado al periodismo católico, que fue arrestado por la Gestapo en 1941. Se ofreció para morir en lugar de un compatriota-casado y con hijos- en el “corredor del hambre” en el Campo de concentración de Auchwitz.
El padre Damián de Molokai, sacerdote belga de la Congregación de los Sagrados Corazones, fue destinado a trabajar en Hawai con los enfermos de Lepra, durante el siglo XIX. Instalado en una comunidad llena de riesgos, contrajo la enfermedad a los 49 años. “hasta este momento me siento feliz y contento, y si me dieran a escoger la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: Me quedo para toda la vida con mis leprosos”.
Trabajemos para que en nuestra vida, en sus altos y bajos, tenga siempre protagonismo la presencia del Señor. En estos días, propongámonos visitar a un viejo amigo, a un enfermo, a quien necesite ser escuchado, siempre con la sonrisa de llevar a Dios en el interior.
Querido amigo Luis Cristobal:
Saludos,
Gracias por compartir lo que bien escribes «…sean nuestras acciones que hablen por nosotros (POR EL SEÑOR EN NUESTROS LABIOS,…) y retomar dos grandes santos del siglo XX Maximiliano y Damián.
En estos momentos de cambio personal (laico soltero), profesional (nuevo trabajo), social (expectativas—) tus palabras se leen como fuego de fogata que despierta entusiasmo y paciencia…Gracias
David Rivera(Lima. Perú)
Creo que es necesario felicitar a Luis Cristóbal por el excelente documento que elabora basado en el evangelio de Sn Mateo.
Es notable como aprovecha de hacernos partícipe de una oportunidad a propósito de las vacaciones, para que dediquemos pequeñas acciones, que normalmente no hacemos en el tráfago diario en que estamos inmerso,
en favor de nuestro prójimo, cualquiera sea su circunstancia.
Por mi parte, aprovecho de saludar a los amigos de Miamsi y, que tengan unas felices vacaciones
Hugo Silva