Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
06 Feb 08
Mateo 6, 1-6. 16-18
Tu padre, que ve en lo secreto, te pagará
Tengan cuidado de no hacer el bien delante de la gente para que los vean: de lo contrario, el Padre celestial, Padre de ustedes, no les dará ningún premio. Por eso, cuando den limosna, no lo publiquen al son de trompetas, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo que ya recibieron su premio.
Tú, en cambio, cuando des limosna, no debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha; cuida que tu limosna quede en secreto y el Padre, que ve los secretos, te premiará.
Cuando recen no hagan como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los hombres los vean. Ellos ya recibieron su premio.
Tú, cuando reces, entra en una pieza, cierra la puerta y reza a tu Padre que comparte tus secretos, y tu Padre que comparte tus secretos, te premiará.
Cuando ayunen no pongan cara triste, como hacen los hipócritas que se desfiguran la cara para mostrar a todos que ayunan. Les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ayunes, perfúmate el cabello y no dejes de lavarte la cara, porque no son los hombres quienes deben darse cuenta de que tú ayunas, sino tu Padre que está en el secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te premiará.
Hay algo profundamente humano en este trozo, con esa humanidad y sencillez que, intuimos, ha sido la marca de la vida oculta que ha llevado Jesús entre su gente de Galilea. Los intuimos como años de aprendizaje, de crecimiento en humanidad. (Lc 2,52).
Hasta que, después de hacerse bautizar por Juan y de haber tenido la experiencia en el desierto, Jesús sabe que está listo para darse a conocer. Y empieza a predicar a la gente de Galilea. Les habla a todos en general y a cada uno en particular, como evidencian las tres transiciones del texto, al pasar de la forma plural a la singular. Y ese hablar en singular está fuertemente apoyado por una palabra que se repite tres veces, cada vez que le habla a las personas de tú a tú: el secreto. Secreto que es intimidad amorosa con el Padre, que es conocimiento profundo, que es cercanía.
¿De qué les habla? En el capítulo anterior de Mateo, Jesús ha dicho que no viene a cambiar la ley sino a perfeccionarla (Mt. 5,17). En este trozo se explaya sobre la forma de perfeccionar tres preceptos básicos de la cultura semita: orar, ayunar y dar limosna. Les dice, sigan viviendo con sencillez no vivan de apariencias, no traten de descollar. Sean auténticos. No actúen como los hipócritas que se hacen ver cuando dan limosna. No es necesario que te hagas notar porque tu Padre te ve.
¿Qué es lo que nos está diciendo hoy, en este mundo farandulizado, donde las personas no son si no aparecen en los medios?
¿En que los premios, el éxito, el status son más gratificantes que la satisfacción de hacer un trabajo poco brillante, pero realizado con esmero y generosidad?
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