Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
22 Jun 12
Mateo 6, 19-23
“No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban. Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar. Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos están malos, todo tu cuerpo estará en obscuridad. Y si la luz que hay en ti ha llegado a ser obscuridad, ¡cómo será de tenebrosa tu parte más obscura!”
Una comprensible actitud humana de prevenir ante la incertidumbre de la vida y de los ciclos de la naturaleza, lleva a los hombres a “guardar” bienes y recursos para asegurarse de eventuales embates. Es normal. Pero, es diferente a la actitud de “guardar” más de lo suficiente, a dejarse dominar por el deseo de “tener”, de “poseer”, lo que generalmente va aparejada con la vanidad, la soberbia, la prepotencia, la ostentación, la falta de sensibilidad o “humanismo” por los demás, incluso -llegando a veces- a aproximarse con la avaricia, la mezquindad y el afán desmedido de poder, de dominar y sobresalir en el éxito, dejando vencidos o caídos.
Vivimos encerrados en pequeños mundos no obstantes ser partes de la población de grandes barrios y ciudades. Nuestro mundo lo limitamos a lo que es nuestro interés más próximo: nuestra familia, nuestro negocio, nuestro medio socio-cultura-económico. La capacidad de vivir el verdadero espíritu de Cristo de “amar al prójimo como a ti mismo”, esto es, con solidaridad, humildad, comprensión y desapego a lo que, siendo nuestro o estando en nuestro poder, es necesitado en forma apremiante por otro; lo escondemos, lo “guardamos” bajo siete llaves. Con ello, estamos negando el espíritu de Cristo. No obstantes cumplamos con lo que nuestra Iglesia nos manda, asistamos a la misa dominical, a los cursos de preparación para la primera comunión o de confirmación de nuestros hijos, paguemos mensualmente el diezmo, oremos diariamente, estaremos alejadas del Señor. Jesús nos pide entrega, desapego, actuar y no quedarnos solo en el ver o contemplar. Nos pide ser sus oídos y ojos para un actuar concreto en la construcción de Su proyecto.
Si hacemos una revisión profunda a nuestro comportamiento cotidiano y de lo que conforman, no solo nuestro ámbito social, sino más allá de este círculo, ampliando nuestra evaluación a lo que es el sistema de vida de nuestra sociedad, podremos concluir cuán lejos estamos de construir un mundo más justo y de paz social acorde al Plan de Dios.
¡Cuántas cosas guardamos por largo tiempo y que nunca las usamos! ¡Cuántas veces sufrimos desengaños dolorosos que hieren nuestro corazón por no lograr obtener algo que no siendo esencial, lo priorizamos como deseo vital y, al no lograrlo, caemos en un estado de infelicidad! Vivimos autoesclavisados como drogadictos con una conducta de estar siempre deseando algo más y mejor de lo que vamos obteniendo. La publicidad implacable y sistemática, sumado a una cultura impuesta por el sistema imperante en el mundo, de competitividad, individualismo y de consumismo -que ya está inculcado y gravado desde la niñez- nos está llevando a una infelicidad, desunión y egoísmo que necesita ser revertida volviendo a escuchar el mensaje de Jesús, a hacerlo el centro de nuestra vida y a divulgarlo, no solo con palabras o frases tipo eslóganes, sino con el testimonio de vida. Los cristianos debemos actuar y no quedarnos solo en la adoración, la contemplación, el estudio “académico” y/o teológico de la Biblia y en las formalidades y ritos de la religión. Nuestro corazón y brazos debemos abrirlo para dar y no mantenerlos cerrados para guardar el tesoro de lo que es “temporalmente” nuestro.
San Agustín, Obispo de Hipona, en el siglo IV enseñaba: «Buscad lo suficiente, buscad lo que basta. Y no queráis más. Lo que pasa de ahí, es agobio, no alivio apesadumbra, en vez de levantar«. ¿No es una regla de vida que debemos intentar seguir? Démonos un tiempo para revisar los afanes que gobiernan nuestra vida y separemos aquellos -que a la luz de Cristo- son superfluos y/o desmedidos, para centrarnos en lo que es realmente lo suficiente. ¿Porqué cargar sobre nosotros tanto peso? Jesús nos invita en la lectura de esta semana a aliviar nuestra carga y compartir.
Los cristianos estamos llamados a practicar la humildad, la caridad y la compasión, reorientando nuestro quehacer del cotidiano vivir con la práctica de la prudencia del desapego. Platón, 400 años a.c. sabiamente decía: «El oro y la virtud son como dos pesos puestos en una balanza: no puede subir el uno sin que el otro baje». Sabia reflexión con la cual, los invito a intentar encarar esta semana con una actitud diferente: busca el desapego de los deseos que te agobian, quédate con lo suficiente, revisa lo que tienes en exceso y compártelo con quien lo necesita. La felicidad está ahí, esperándote…
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