Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
11 Jun 13
Mateo 6, 7-15
«Vosotros rezad así»
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis. Vosotros rezad así: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. » Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.
Antaño se preguntaban cómo podrían hacerlo para dirigirse a Dios; bajo qué nombre podrían llamarlo, siendo Él lo más grande, lo inalcanzable y lo más sublime que existía. Después de buscar y rebuscar la forma en que podrían llamarlo, resulto que no encontraron un título que pudiera merecer llevar el nombre del todopoderoso. Fue entonces, el mismo Jesús quién les dio la solución. Siendo El quien era, se mostró tan cercano, tan bonachón, simplemente les dice que lo llamen Padre.
Al Señor nunca le gustó la palabrería hueca, la verborrea, cosa muy en boga en estos días. Muchos de nosotros, lamentablemente, nos multiplicamos en palabras, y más palabras. En general pedimos, pedimos, y pedimos. Es cierto, fue el Señor quien nos invitó a pedir, a tocar su puerta, pero así como pedimos debemos dar. Esto queda a la conciencia de cada cual.
No podemos hacer de la oración un monólogo en que solamente hablamos nosotros, y que ésta se limite a pedir incansablemente una y mil cosas, saturando nuestra mente, nuestro corazón y nuestro espíritu de modo que no dejamos espacio para que el Señor nos responda. Porque, si la oración es un diálogo, debemos callar nosotros para dar oportunidad al Señor para que nos hable y nos responda a nuestras súplicas.
Tal vez hayan experimentado en alguna oportunidad o bien han sabido cómo se comunican los radio aficionados. Es muy simple: habla uno primero y luego le da el pase para que responda el otro, así, nunca hablan ambos al mismo tiempo, nunca se atropellan. Si nos atropellamos, no escuchamos lo que nos quiere decir nuestro interlocutor, en este caso Jesús. Y luego podremos responder nosotros. Si insistimos en seguir hablando, nunca sabremos que nos quiere comunicar.
¿Cómo vamos a saber cuál es su voluntad? ¿Cuál su consejo? En esta lectura el Señor nos enseña a orar. Y orar no es sólo pedir, también es ofrecer, es ofrecernos nosotros mismos, dar de nosotros y darnos a los demás. También, y muy importante, es agradecer, por lo que somos, lo que hemos logrado y lo que tenemos.
Les propongo algo, desde hoy, hagámonos un tiempo en que tranquilamente conversemos con Dios. Planteémosle nuestras necesidades. En una de sus primeras intervenciones nuestro papa Francisco nos hablaba de lo importante que es perdonar, una y mil veces si fuera necesario, pero perdonar conlleva olvidar lo que nos hicieron y, si fuera posible haced «borrón y cuenta nueva».
También Francisco nos habla de que debemos confesar que somos católicos. Sí, Católicos. Llevemos nuestra fe como estandarte delante nuestro y mostremos al mundo que la iglesia sigue viva y está más viva que nunca. Además, como dijo Jesús Él estará con ella por siempre jamás.
A propósito de oración les recomiendo entrar al sitio de Internet www.espacio sagrado.com.
PADRE NUESTRO,……. Dios de todos, Creador, Amor de los amores…….
QUE ESTÁS EN EL CIELO, en la tierra, en todo lugar, en la vida y después de ella, en el infinito y en la eternidad …….
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE,……. santo es tu nombre,……..bondad es tu nombre, ……..verdad es tu nombre,…….y Amor es tu nombre…….
VENGA A NOSOTROS TU REINO, llénanos de ti, particípanos de tu verdad…….
HÁGASE TU VOLUNTAD…….dispón de nuestras vidas, pero déjanos estar en Ti y Tú en nosotros, permítenos abandonar nuestra historia en tus manos……..
AQUÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO,…en la vida terrena y después de ella……… en tu inmensidad………pero, oye nuestro ruego ¡¡¡¡acógenos!!!!
EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA,DÁNOSLO HOY……. que no dejemos de oír jamás tu Palabra,……. el Verbo, que sea el pan que alimente nuestras almas todos los días de nuestras vidas…………
PERDONA NUESTRAS OFENSAS….ten compasión de nosotros,….de nuestra torpe humanidad…..
ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS A QUIÉN NOS OFENDE,…….¿perdonamos?, ……..danos de ese Amor que lo hace posible, como lo hiciste tú ………
NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN,……sólo el llenarnos de Ti nos hace fuerte,
Y LÍBRANOS DEL MAL…….¿existe algún mal mayor que el no conocer el Amor?, ….¡¡¡Dios no nos abandones!!!
AMÉN…… que así sea.
yo fuí educado en un colegio católico dirigido por hermanos maristas y educado religiosamente por sacerdotes cuando la misa era en latín.
hoy estoy desconcertado por las nuevas normas imperantes, como por ejemplo doy dos:
1.- Me enseñaron que solo los sacerdotes tenían benditos tres dedos para tomar la sagrada hostia.
2.- Las mujeres no tenían acceso al altar.
HOY CUALQUIER PERSONA ENTREGA LA HOSTIA, INCLUSO LAS MUJERES.
QUIEN AUTORIZÓ ESTE CAMBIO QUE MODIFICÓ LAS REGLAS DE LA IGLESIA, QUE SEGÚN MI ENSEÑANZA SON INVARIABLES?
Hermano Jorge
Yo también fui educada en un colegio de monjas en la época en que la liturgia era en latín. En primer lugar, las reglas o normas que rigen en la Iglesia no son invariables o inmutables, pues son hechas por unos cuantos hombres y en una época determinada de la historia. De hecho, ahora la Eucaristía se celebra en la lengua de cada país y no en latín… y este cambio se hizo en el Concilio Vaticano II, ¡solo tiene 50 años!!
Felizmente, de las cosas que han cambiado en la Iglesia, es acercarnos a laicos y laicas a lo sagrado. Jesús, que fue un laico como tú y como yo, transgredió todas las leyes de lo sagrado de su época (como por ejemplo las leyes sobre el sábado). Para Él, lo más sagrado es el ser humano, hombre y mujer. Por tanto, normas como las que tu mencionas, son específicas de una época y seguramente Jesús no habría estado de acuerdo con ella.
Corina