Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
22 Jun 19
Mateo 6, 7-15
Padre nuestro que estás en los cielos
Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
«Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal.
«Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Quisiera contarles que cuando recibí la lista de evangelios correspondiente a los meses siguientes, para preparar las respectivas reflexiones, elegí esta lectura que me resulto harto difícil por tratarse, nada menos del Padre Nuestro, la principal oración que tiene el cristianismo.
Lo primero que debemos hacer cuando queremos dirigirnos a alguien es buscar su dirección o donde lo podemos encontrar. En este caso sabemos que Jesús está en el Cielo.
Yo no quisiera contradecir lo que dice esta bella oración, sin lugar a duda, ésta es la oración más importante del cristianismo, más bien se me ocurre que le agregaría, si fuere posible algo, ya que pienso que, siendo Dios tan grande, tan poderoso está en todas partes. También está en los hospitales en las cárceles y también y, tal vez lo más importante, es que está con nosotros y, me atrevería a decir, en nosotros.
Santificado sea tu nombre y también el de cada uno de nosotros pobres y pecadores, negros blancos y de toda raza o color, ya sean hombres o mujeres, de toda condición. Porque siendo Dios tan grande tal vez no requiera que lo santifiquemos tanto a Él. A lo mejor, Él preferiría que nos santificáramos nosotros. Y, naturalmente los unos a los otros.
Venga a nosotros tu reino de amor para lograr lo que nunca se ha conseguido, que en el mundo exista más justicia y paz, también igualdad y alegría. De gran importancia es que nos tratemos todos como hermanos y finalmente se logre la unidad.
Hágase tu voluntad, no la mía.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, el pan, de la palabra, del amor y el pan de la amistad.
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a nuestros hermanos cuando nos ofenden y, me atrevería a decir SIEMPRE debemos perdonar.
Recientemente el papa Francisco aprobó un cambio en la versión italiana del Padre Nuestro, lo que quedó estipulado en la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana. La versión original decía “no nos induzcas a la tentación”, sin embargo, desde ahora deberá ser “no nos abandones a la tentación”.
¿Por qué el cambio? Porque esta frase da a entender que Dios “induce” a la tentación, por lo que es mejor decir “no nos abandones en la tentación”, como en español. Porque soy yo quien cae, no Dios que me arroja.
Porque, tuyo es el reino, el poder y la gloria ahora y siempre por los siglos de los siglos, A M E N.
Me gustó tu reflexion porque dices cosas muy ciertas que a veces pasamos por alto. Creo que no hace falta el cambio que se hizo en Italia, nosotros no usamos «induzcas» (tal vez en italiano sea más suave) sino «no nos dejes caer en la tentación» que tampoco parece ser propio del Dios Padre/Madre amoroso que Jesus tuvo tan cercano.