Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
20 Jun 15
Mateo 7, 1 – 5
“Sácate primero la viga del ojo”
No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes. ¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo? ¿Y dices a tu hermano: Déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú un tronco en el tuyo? Hipócrita, saca primero el tronco que tienes en tu ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
Años atrás, con motivo de la celebración del matrimonio de una hija de amigos, que luego de la ceremonia en la iglesia, culminó con la tradicional fiesta con cientos de invitados, tuve la oportunidad de aprovechar ese absurdo tiempo tan exagerado de espera de la novia en el templo -que es tradición no sé por qué- para observar la competencia de vestuario y joyas que hacen gala muchas invitadas, aparentando tener lo que no tienen, o demostrando lo que tienen para hacer sentirse inferiores a las otras. Por cierto, son en la mayoría “buenas” y “devotas” cristianas. Pero, en plena casa del Señor, tienen una actitud de fría hipocresía. La misma calificación que, con dureza, Jesús nos habla hoy en este evangelio.
No necesito explayarme en lo que sigue más tarde en la fiesta. Fastuosa, abundancia que sobrepasa lo suficiente y se bota. Se gasta dinero que no se tiene con créditos largos de pagar. Es como un afán de tratar de recrear el ambiente de Versalles en el reinado de Luis XVI y María Antonieta, de trágico final. Los invito a cerrar por unos instantes los ojos y recrear algunos de los matrimonios que hayan asistido ¿Hay cierta similitud? ¿Cuáles eran los temas de la conversación en la mesa? ¿No era una exposición de logros, éxitos, viajes y grandes proyectos o negocios? Pero hablado en voz alto, pues la música estridente se encarga de que cada uno se escuche asimismo y alcance solo los que están más cercanos. Al día siguiente y la semana, hay tema suficiente para evaluar (juzgar) todo y a todos. Nadie se escapa. Hay libertad para juzgar a nuestro antojo.
Volvamos ahora al presente. He relatado un hecho de la vida, sobre el cual, yo mismo caí en ese absurdo juego de gastar lo que uno no tiene en estas fiestas. El hecho de vida, nos ayudará para tomarlo como una pista para intentar desde éste, comprender el mensaje de Jesús.
Nuestra vida familiar, laboral y social nos enfrenta en cada instante a momentos en los cuales al observar un hecho o una omisión, inmediatamente lo evaluamos de acuerdo a nuestras creencias, convicciones e intereses. Vale decir, quizás en una reacción muy humana, con subjetivismo, lo hacemos con el solo fin de juzgarnos buenos a nosotros mismos, los que siempre tenemos la razón, el mejor gusto, la verdad, el éxito, etc. Jesús, nos llama la atención a esta actitud contraria a su nuevo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22, 39). “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas” (Mt. 7, 12).
Si somos verdaderos cristianos, o al menos, tenemos ese propósito en nuestro espíritu, debemos mirarnos hacia adentro, revisar nuestras reacciones y actitudes en la forma de cómo vemos a los demás, no solo en el pequeño círculo más cercano, sino a todos a los que, de otra forma, oportunidad o circunstancia, encontramos en nuestro diario vivir. No se trata de “vivir” buenamente en nuestro medio, sino de “convivir” con todos. El célebre teólogo franciscano brasileño, Leonardo Boff, nos dice: “El prójimo, para el Evangelio, no es el vecino, el compatriota, el hermano de fe. Prójimo es todo hombre desde cuando me acerco a él con amor».
A buen entendedor, pocas palabras –nos señala el refrán. Trabajemos primero, con la objetividad del amor en nuestra persona para así limpiar nuestros lentes, ampliar nuestra mirada, sensibilizar nuestro corazón, para poder sacar aquellos “troncos” que nos impiden ver en el otro, a nuestro prójimo. No es tarea para hoy, es para siempre. Para el día a día. De lo contrario, volveremos a la incoherencia entre Vida y Fe. Debemos esforzarnos a cuidar nuestros actos y omisiones de modo que no estemos contradiciendo con ellos lo que afirmamos creer y hacer. Vivimos en este mundo moderno en que el principio “el fin justifica los medios”, ha ido relativizando todo, acomodando nuestra visión según las circunstancias e intereses propios. Nosotros somos los buenos, los otros son los malos, los que están equivocados y actúan indebidamente.
Nuevamente he quedado gratamente sorprendida con la pedagogía que ustedes tienen para ayudarnos a comprender el evangelio. Nada de complicadas y rebuscadas frases como el uso de palabras cliché que domingo a domingo oímos en misa. El caso de la autoceguera de la viga del ojo lo he escuchado tantas veces y nunca lo había comprendido tan bien en la reflexión de ustedes de esta semana. El ejemplo mostrado me ha tocado directamente. Lo he vivido hace poco. Me ha hecho reflexionar y hacerme el proposito de cambiar. Será un tema muy de interés en mi circulo familiar y de amigas.
Patricio has reflexionado sobre un tema que está en primera línea de nuestra vida cotidiana. Con respecto a la hipocresía verdaderamente están estos fabulosos matrimonios donde se manifiesta grandezas y posturas a alto nivel para mostrar un poderío, es decir, TENER mas que SER. Comento brevemente que en esto con Bernardo no incurrimos ya que nuestra esencia ha sido y será de sencillez absoluta y siempre mostrándonos que somos y no que tenemos porque eso no nos importa uno vale por lo que es.
Sí cometemos muchas faltas porque todavía no aprendemos que NO debemos juzgar antes de observarnos nosotros, pareciera que todo lo hacemos bien y los demás no, es una ardua tarea por delante en el tiempo que nos queda, gracias amigo por ayudarnos con tu reflexión
O sea, no escandalicemos con los pecados o errores del otros, como se hace continuamente en la prensa, en las noticias de televisión, en los conviven con lo que llamamos farándula, sinmirar primeramente para adentro, mirar nuestros errores, nuestras diarias traiciones al Dios vivo y pedirle perdón por ello para sanar las heridas que le provocamos
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, la gracia de que en verdad su AMOR ESTÉ en nosotros para que podamos, así, vivir como hermanos, preocupándonos del bien unos de otros, sabiendo amarnos y disculparnos. Por Nuestro Señor Jesucristo,que es Amor y Misericordia eternos. Amén.
Rodrigo toda la razón, estamos en esa tarea erradicar la gran falta de criticar a los demás sin antes mirarnos a nosotros mismos y contribuirá a un mundo mejor, aunque sea un grano de arena
Patricio,
Es admirable su lectura del texto de hoy. Cuantas veces nosotros somos así en nuestras actitudes ó en nuestros juicios.
Es para recuerdarnos siempre en nuestro cotidiano en lo seguimiento de Jesús de Nazareth.
Gracias.
Anna Maria de Brasil
Señor Gomez, su reflexion me la ha recomendado hoy una amiga que sabe que nosotros estamos en una situacion paraceida a la que usted ha descrito. Nos será de mucha ayuda para conversarlo con nuestra hija y futuro yerno. Ambas familias somos catolicos de clase media, sin los recursos necesarios para la gran fiesta en que todos quieren casarse en un sistema de la sociedad que ya todo está planificado, con precios, luna de miel en el caribe, paquetes de ofertones, lista de regalos que son simplemente una ingeniosa venta facil para las grandes tiendas que hacen plata sin vender nada. Esta reflexion nos abre una puerta de salida para celebrar el matrimonio con una ceremonia de sabado de medio dia con un almuerzo de campo, sencilla y sin tanta etiqueta. Es una barbaridad lo que estamos concientizadas con lo que decide y manda el mercado. Muy agradecida. Por razones obvias, he cambiado mi apellido.