Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
08 Dic 19
Mateo 7, 24-27
“Los que aceptan el llamado retador de las palabras de Jesús.”
«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»»
Este pasaje del evangelio de Mateo nos llega hoy cuando vemos en (casi) toda Latinoamérica muchas situaciones de conflicto, de confrontación, de demandas por cambios, de crisis social, política y económica. La pregunta clara es entonces, ¿están nuestros países construidos sobre roca? ¿Están nuestras instituciones construidas sobre roca? ¿Están nuestras familias construidas sobre roca? Por una parte, alguien podrá decir que las instituciones del Estado poco tienen que ver con los Evangelios, habrá otros que dirán lo contrario. Algunos dirán que los estados tienen que ser laicos, como una manera de alejarse de la Iglesia Institucional, otros dirán que deben ir de la mano.
Sin embargo, antes de tomar postura, veamos pues, a qué “roca” nos referimos. En mi opinión, toda la cultura de occidente, de todos los países de Europa y de América y de aquellos países que han adoptado el modelo democrático de gobierno, en principio están basados sobre la “roca” del mensaje de Jesús dado en los Evangelios. Es impensable hoy una Europa sin la influencia del Nuevo Testamento… así como es impensable una América sin él. ¿Por qué entonces hemos llegado donde estamos? ¿Por qué tiene que ser el conflicto y la confrontación la única fuerza que nos impulsa hacia realizar cambios de nuestras estructuras de poder, de nuestras instituciones, de la economía de nuestros países y en último término de nuestras familias?
Mi parecer es que nos estamos olvidando de la “roca” fundacional de nuestra cultura. Y no me refiero a la Iglesia Institucional, sino me refiero al mensaje profundo del Evangelio. El mensaje de Jesús fue muy revolucionario en su tiempo y sigue siéndolo hoy. El mensaje es claro, debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esta es la base de familia, la base de la sociedad y la base del Estado, y también, debería ser la base de la economía. En cualquier país, con gobernantes de tendencia política de derecha o de izquierda, con economías más pobres, o más desarrolladas, con más o menos recursos, con más o menos población, si existe un “prójimo” que sufre, que tiene carencias, que tiene necesidades desatendidas, claramente es porque el Estado no ha llegado hasta ellos con toda la plenitud de su rol y responsabilidades.
¿Cómo podemos, entonces, ayudar a que esta situación de conflicto no siga por el rumbo de ser una espiral destructiva para todos nosotros? Primero, aceptemos que existe un problema, latente, enorme, que clama por atención. Segundo, seamos capaces de ver al prójimo como es, alguien con los mismos derechos y obligaciones, aún cuando piense, vista, actúe, trabaje y sienta de manera distinta a nosotros. Una de las mayores faltas de amor que un Gobierno, que una Institución y que una familia pueden tener es ser discriminadores. Tercero, seamos capaces de cambiar, hagamos lo que hacemos de manera distinta, menos individualista y más solidaria. Pensemos en el otro y no sólo en nosotros mismos. Ningún provecho nos podrá llegar, si construimos nuestras sociedades sobre arena. No olvidemos quienes somos y de dónde venimos. No olvidemos nuestra roca fundacional.
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