Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
01 Jul 08
Mateo 8, 23-27
Jesús calma la tormenta
Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo.
—¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar!
—Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.
Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»
“Socórrenos Señor porque nos hundimos”: ¿Cuántas veces pedimos ayuda al Señor cuando vemos que la barca de la vida amenaza con naufragar?
Nuestra travesía está llena de obstáculos que nos llevan muchas veces a la desesperación: la experiencia de una enfermedad grave, la inseguridad laboral, los problemas económicos o conflictos en el seno de nuestras familias, son algunas de las enormes tempestades que debe enfrentar nuestra débil embarcación frente a lo cual sentimos una inseguridad y un miedo profundo.
¿Qué nos responde Jesús ante nuestros ruegos desesperados?: “Gente de poca Fe, ¿Por qué tienen miedo? Cada cual tendrá una explicación particular, pero en general pienso que la inseguridad que nos embarga se debe a que no estamos anclados al corazón de Dios. Somos hombres débiles, desconfiados e inseguros que no estamos dispuestos a entregarnos en plenitud a su llamado. Nuestro discurso es de los labios para afuera. A veces podemos urdir hermosas palabras que nada valen si no la hacemos vida de acuerdo a lo que se nos pide como hijos de la luz. Nuestra falta de coherencia hace estéril el mensaje por lo que nuestro esfuerzo debe hacernos portadores de la verdad divina que integra Fe y vida. Ese es el momento de la conversión.
¿Cuál es la razón de nuestro miedo? La ausencia de Dios en nosotros y nuestra negativa a abrirle de par en par las puertas de nuestra existencia. Somos tan egoístas que siempre nos estamos guardando para nosotros mismos, por lo que vivimos encerrados en un círculo vicioso que nos impide avanzar. En este encierro nuestra acción es improductiva.
Curiosamente, en el medio social y laboral en que me muevo, en los últimos años se han acentuado las críticas ácidas en torno a la Iglesia ( “creo en Dios pero no en la Iglesia”, “la iglesia es un gran negocio”, “en nombre de la Iglesia los hombres han cometido grandes injusticias”, etc.). Junto con sentirme aludido, debo reconocer que muchas de estas críticas guardan algo de verdad porque nuestro trabajo no es el óptimo; la Iglesia somos todos y es nuestra responsabilidad darle nuevos rostros para seguir enriqueciendo su labor misionera, más cercana, más sensible a los problemas del hombre moderno. En esta línea, las directrices de la V Conferencia de Aparecida son un gran aire renovador para reeditar nuestros compromisos y cambiar la estrategia como apóstoles del Siglo XXI.
A modo de meditación de este Evangelio de Mateo los invito a trabajar estas preguntas:
1. ¿Cuáles son los miedos que me invaden en esta etapa de la vida?
2. ¿Qué camino me muestra Jesús para vencer este temor y lograr la conversión?
En los conflictos o en las tripurlaciones tenemos que siempre confiar en Dios y tener Fe