Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
28 Sep 09
Mateo 9, 9-13
«Sígueme. Él se levantó y lo siguió»
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.«
Tengo que reconocer que este pasaje que nos narra Mateo me interpela…, me sorprende…, me descoloca. Mi primera reacción es: ¡“no puede ser que haya dejado su profesión, su vida, sólo porque Jesús del dijo: ”Sígueme”! Nos podemos imaginar que la fuerza de la mirada de Jesús era potente, pero, ¿llegar y dejarlo todo sin siquiera pensarlo dos veces?
Y como si fuera poco, sin más, hace preparar un banquete en su honor. ¿A un desconocido? Como ser racional que soy me digo: Bueno, quizás Mateo tiene que haber conocido a Jesús de mucho tiempo antes. Lo más probable es que Jesús haya estado predicando muchas veces antes en ese lugar donde Mateo trabajaba como recaudador de impuestos y que sus palabras ya venían haciendo mella en su corazón.
Pero eso no es todo lo que me sorprende. Pensemos que Mateo, como recaudador, tenía pésima reputación. Era considerado un pecador, un incrédulo, un excluido de la comunidad religiosa de su tiempo. Estos servidores públicos eran famosos por sus robos, pues hacían su sueldo echándose al bolsillo mucho de lo recaudado, sin entregarlo a la autoridad competente. Hoy lo llamaríamos corrupción, ¿no es cierto? ¿Cómo, entonces, Jesús lo escoge para que sea uno de sus discípulos?
Nadie pone en discusión que ser cristiano significa seguir a Jesucristo. Pero todos sabemos lo difícil que es seguir ese camino; y nuestros primeros obstáculos son el conformismo, quedarnos quietos con la fe de cuando éramos niños; el miedo, la cobardía o la pereza; no buscar, no renovarnos. En una palabra, no convertirnos todos los días.
Y, volviendo a mis inquietudes… no es primera vez que me sorprende cómo Jesús empatiza mejor con los excluidos, los estigmatizados, los marginados. Jesús desafía todas las barreras establecidas por los ricos, los que se denominaban buenos creyentes, los líderes políticos y religiosos. Tal como hoy, Jesús se encontró con una sociedad claramente dividida entre los buenos, piadosos y ricos frente a multitudes de enfermos, malos y pobres, en una palabra por los vulnerables… Jesús está de parte de los pecadores, pasando por encina del escándalo de los “justos” y “puros”, para mostrar la misericordia del Padre.
El llamado de Mateo demuestra el poder de transformación del evangelio. Si Jesús escogió a un despreciado recaudador de impuestos para convertirlo en apóstol; si fue capaz de fijarse en los parias sociales, dándoles amor y esperanza para una nueva vida, creo que perfectamente puede “movernos”, incluso a los que podamos estar más alejados de Él, porque sus palabras fueron “los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”.
El evangelio de hoy es un llamado a examinar nuestra religiosidad. ¿En qué se centra más: en los “sacrificios” -culto, ritos, celebraciones- o en la “misericordia” -compasión, amor, justicia, construcción del Reino en este mundo?
Él nos está llamando todos los días y lo hace en el niño de la calle, que, si encuentra amor, llegará a ser un hombre; en la víctima del vicio, que al regenerarse llegará a ser una persona de gran valía; al que consideramos un gran pecador, que con un buen consejo o nuestra ayuda, podrá llegar a ser un santo. Estas es una lluvia de ideas. Te invito a que agregues tú las tuyas.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Luego de leer esta reflexión, simplemente debo manifestar que Dios tuvo una forma tan práctica, sencilla y especial de explicar lo que deseaba de la humanidad. Asimismo que para seguirlo no es necesario realizar sacrificios, cultos o ritos, sólo amar con justicia, equidad y misericordia. Actuar con imparcialidad sin busqueda de reciprocidad a cambio.
Sinceros saludos de Kike Minaya
Esta parábola la leí muchas veces, y por cierto las escuché otras, y veo nuevamente la Gracia de Dios Padre convertida en generosidad por medio de su Hijo Jesucristo. Hoy nos imparte también a nosotras y nosotros ver en otros pecadores, como somos todos, una oportunidad de conocer el favor de nuestro Padre.
Dejar todo, ¿qué significa? No siempre es dejar trabajo, casa, dinero… Es despojarse de uno mismo para ver en el otro lo que nos falta a nosotras o nosotros mismos. Somos tan materialistas que hoy y siempre vemos que dejar, es algo material cuando en esta parábola creo que está indicándonos a despojarnos de nosotros mismos para nacer nuevamente en Él.
Mirar al pobre de espíritu es creo la misión de ahora, en esta época, nuestra pobreza es por dentro no por fuera, ésta puedes tenerla hoy y perderla mañana. Esto fue desde mis más abstractos antecesores hasta hoy conmigo misma.
La ganancia de hoy va más allá de lo imaginable, es la Paz con la que debes guiarte día a día, es la relación con la que estás con Él, porque una vez que lo conoces y crees en su única verdad, que es Cristo, tu vida cambia, la relación de hija o hijo es indescriptible.
Va entoncés mi visión de esta parábola.
Noriham
Jesús le regaló a María Valtorta visiones sobre su vida en la tierra. Entre ellas se encuentra la llamada de Mateo y algún encuentro que tuvieron antes. Habitualmente Jesús hablaba públicamente y Mateo en su mesa de recaudador prestaba atención, hasta que Jesús lo llama definitivamente. El relato es maravilloso y se los recomiendo si quieren leerlo, llega al almlea.(Ver Maria Valtorta, Segundo Volumen No. 97 La llamada de Mateo).
Bendiciones
Deseo colaborar con lo que nos dice el profeta Amós, en el Antiguo Testamento en relación al Evangelio que ahora comentamos sobre la afirmación “quiero misericordia y no sacrificios”. Pues bien, Amós nos dice: “Por más que me ofrezcan víctimas consumidas por el fuego, no me gustan sus ofrendas ni me llaman la atención sus sacrificios. Váyanse lejos con el barullo de sus cantos, que ya no quiero escuchar la música de sus arpas. Quiero que la justicia sea tan corriente como el agua, y que la honradez crezca como un torrente inagotable. Quédense, pues, con los ídolos que se han fabricado, -dice Yavé cuyo nombre es: Dios de los Ejércitos”. Preguntémonos y cuestionémonos el lujo de nuestros templos, incluyendo el Vaticano, la infinidad de imágenes que adoramos como ídolos, los ritos faraónicos, y por otra parte, busquemos en donde está nuestra misericordia, que es el auxilio a los otros, el amor fraterno, la solidaridad, tal como Dios nos ama a todos.