Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
26 Nov 16
Mt. 4, 18-22
“Inmediatamente dejaran las redes y lo siguieron”.
Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar. Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Al instante dejaron las redes y lo siguieron. Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan; estaban con su padre en la barca arreglando las redes. Jesús los llamó, y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Jesús tenía y tiene por misión recuperar a los hombres que, a lo largo de los tiempos, se fueron alejando de Dios-Padre y con ello, dejando a un lado la vida en común (comunidad) y solidaria, por la vida en una sociedad inhóspita, fría, ausente de amor fraterno, divididos los unos y los otros, con exclusión y discriminación, envueltos en luchas fratricidas, separados unos por la riqueza de la abundancia de los otros en la miseria de las carencias, en fin, un modo y actitud de vida totalmente diferente al Plan de Dios para todos sus hijos.
En esa época no existían los adelantos de la técnica y las comunicaciones de ahora, por lo que esa misión debía hacerse en forma personal y territorial. Lógicamente, una utopía si se piensa que era algo que Jesús lo iba a hacer en su corta permanencia en la tierra. Jesús lo sabía y por eso, buscó formar su equipo para iniciar con ellos, los primeros pasos e ir formando redes que fuesen extendiéndose y transformándose en grandes cadenas humanas anunciadoras de la Buena Nueva y de una conversión de vida.
Hay algo en Jesús y que está en todo el Evangelio, que no debemos dejar pasar sin dedicarle unos minutos. Es su asociación con el mar, su inmensidad, su fuerza, su rica vida que tiene, sus frutos, su capacidad de transportar y trasladar a los hombres y con ellos su mensaje. Están los peces que son alimento y las redes para atraparlos. Se requiere fuerza, constancia, habilidad, paciencia y mucha fe. Ningún pescador se echa a la mar si no tiene la fe y esperanza que sorteara las dificultades y peligros, para retornar sanos y a salvo con su pesca.
Para su misión, Jesús parte eligiendo sus primeros doce discípulos, y de ellos, seis eran pescadores. Eso no da una pista “Pescadores”. Aterricemos esta función a los tiempos actuales. Personas que se arriesgan, que saben lo que tienen que hacer, que no temen al desafío de los riesgos e imprevistos, que tienen seguridad en sí mismo y en su equipo que lo acompañan en la faena para soltar amarras y partir cada vez en una nueva aventura. No es tarea para inseguros, aferrados o amarrados a un muelle, a los que no saben cómo avanzar, a los que no arriesgan y por eso nunca fallan, viven pasivamente y pasan por la vida sin dejar huella ni obras.
Difícil, pero veámoslo a la luz de la promesa de Jesús, que a través de Mateo nos dice cuando nos llama a ser sus servidores, discípulos en los tiempos actuales e insertos en un mundo complejo, deshumanizado, que necesita de Dios: “Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” (11:30).
Recuerdo una situación en que durante una compleja y difícil situación de índole laboral en que se estaba al borde de una gran y prolongada huelga que paralizaría una industria y con ello familias que sufrirían sus consiguientes angustias, un compañero y amigo de trabajo, que era parte de las negociaciones, intervino en el momento más crucial para sugerir una fórmula de arreglo bastante prudente y justa que, aunque podía sentar un mal precedente para el historial empresarial, fue aceptada.
En su argumentación señaló que, sabiendo que en los presentes había casi absoluta mayoría de creyentes cristianos, era el momento en que cada uno reflexionase por unos minutos en lo que ello significaba para el bien de los trabajadores y sus familias, como para resguardar la seguridad y continuidad de la empresa, al igual como una nave, en que todos estaban dentro de ella y su continuidad y destino era común. No faltó, uno que ironizó del planteamiento “rebuscado” de mezclar pensamiento o doctrina de índole religioso en asuntos propios del trabajo y del mundo de los negocios, a lo cual, con valentía, seguridad y carácter contra argumentó usando cuidadosamente términos de “humanismo” que, culminó con su aseveración que reconocía intentar ser un buen cristiano. Se produjo un profundo silencio quizás de sorpresa por lo inusual o inoportuno para algunos, en una reunión de esa naturaleza. Pero, bajo el nivel de discusión y poco a poco se fueron aproximando las posiciones extremas para converger en un acuerdo.
Fui participe indirecto o quizás cómplice. Hoy es historia pasada y la vida sigue su curso. Pero vino a mi memoria ese hecho de vida al leer este evangelio, pues ese amigo es gran pescador aficionado y ese día, fue un verdadero discípulo, uno de esos pescadores que Jesús nos llama a ser en nuestros medios de trabajo, en el mundo de los negocios y en nuestro quehacer social en todos los ámbitos. Invito a los lectores, a revisar las actitudes y múltiples situaciones en las que a la luz de este evangelio y al ejemplo que he compartido, podrían ser oportunidades en las que el Señor nos llama a seguirlo y ser su discípulo. No veamos el llamado en forma literal y sin asumirlo acorde a los signos de los tiempos. No es algo incumplible. Cada uno debe oír el llamado y aceptarlo según los talentos y medios a nuestros alcances. Por ejemplo, esta sencilla labor de los laicos que hemos asumido para llevar el mensaje de Jesús usando la tecnología de Internet puede acrecentarse si los lectores se suman a nuestra labor y nos dan casillas de correos electrónicos para incrementar nuestra red. En cierto modo, somos pescadores y te invitamos a pescar haciéndolo juntos.
No nos quedemos en las buenas intenciones, en las palabras, no proclamemos nuestra fe sin un actuar coherente, seamos discípulos, esto es seguidores del maestro en nuestro caminar por la vida. Para finalizar, quiero dejarles un pensamiento del pensador y religioso indio Mahatma Gandhi que dice: «Desconfío de los que proclaman su fe a los demás, sobre todo cuando pretenden convertirlos. La fe no está hecha para ser predicada, sino para ser vivida. Entonces es cuando se propagará por sí misma«.
Me quedo con el pensamiento de Gandhi la Fé es para vivírla y con ella ser testimonio de vida.
Es lo que Tú Patricio has reflexionado, no se trata de irnos de casa y abandonar lo nuestro, pero con nuestro diario vivir , ya somos pescadores de hombres.
En cuánto al llamado que JESÜS, no hace no debemos desperdiciar el talento que el Creador nos ha regalado,debemos ponerla en práctica.
Frente al sagrario mi vida cambió…salí de mi mismo y me dí con alegría….no estoy seguro de haberlo echo por mi mismo, mas bien fue insconciente..pero pasados los años advierto que no salió de mi esta iniciativa
Esto de vivir la fe, evalgelizar sin proponerselo yo creo que es un regalo del Buen Jesús