Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
06 Jun 15
Mt 5, 1-12
El sermón de la montaña. Las bienaventuranzas
Al ver estas multitudes, subió a la montaña, y habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos. Entonces, abrió su boca, y se puso a enseñarles así:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.
Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán hartados. Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia. Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque a ellos pertenece el reino de los cielos. Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros».
Este es el muy conocido Sermón de la Montaña, que lo tenemos en dos versiones algo diferentes, entre Mateo y Lucas, lo que a veces tiende a confundir. Se supone que debe ser una guía para el seguidor de Cristo… y así y todo vivimos en un mundo cada vez más aporreado y alejado de estos ideales, entre multitud de pobres y miserables en este mundo, muchos afligidos, humildes, totalmente desposeídos, viviendo entre tremendas injusticias y desigualdades, perseguidos injustamente, segregados de la sociedad… entre locas guerras y violencia… ¿No vemos a nuestro alrededor esto todos los días en nuestras propias calles?
Y si esto lo sufren por SU causa, por buscar una mayor justicia, por buscar el Reino de Dios, la igualdad, la solidaridad, el amor y la paz, un vivir bien… con mayor razón, bienaventurados sean.
Hay quienes se aprovechan de la palabras de “pobre de espíritu” para insinuar que no se habla aquí de los pobres materiales. Lucas lo deja muy claro cuando así específicamente lo dice o cuando sentencia “¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!”… En el antiguo griego se usaba este término para describir la pobreza al máximo, según nos dicen algunos biblistas, se usaba a menudo para referirse a un mendigo que dependía de un proveedor, de un hombre que sufre por causa de otro. El pobre bíblico es siempre el oprimido, el marginado, el excluido de la sociedad…
No nos engañemos, el mensaje central del Evangelio, de las palabras de Jesús, siempre ha sido sobre los pobres y para los pobres, el mismo Magnificat lo dice, «A los hambrientos llenó de bienes y a los ricos dejó vacíos» y ahora el Papa Francisco nos asegura: “quiero una iglesia pobre para los pobres” y recientemente nos ha dicho “si sacas la pobreza del evangelio, no entiendes nada”…
Trabajemos entonces por ese vivir bien que nos reclama el evangelio, por ese Reino de Dios centrado en el amor, la justicia, y la solidaridad.
Complejo el evangelio de hoy, estoy de acuerdo que existe una gran pobreza, no solo material, sino también del espíritu.
Yo comenzaría por hacerme algunas preguntas ¿ cuál es mi actitud frente a un hermano afligido, hambriento, al que tiene sed de justicia ,al pobre de espíritu (que para mí no implica bienes materiales ,sino aquel que no abre su corazón).
Amigos pero tenemos la bienaventuranza de ser manzos y puros de corazón.
En lo que se refiere el PAPA FRANCISCO :quiero una iglesia pobre para los pobres, es relevante, porque la sencillez del Pastor es la que llega con la NUEVA BUENA a los pobres , deben volver a la iglesia inicial la que CRISTOJESUS nos dejó sin lujos
Tengo la impresión que los bienaventurados también somos nosotros si logramos entrar en esta dinámica de la humildad, de reconocer que todos nos es dado, que valemos algo menos que las hormigas, que somos pecadores porque no hacemos lo que oramos, porque olvidamos a cada paso todo el bien que el Señor ha hecho por nosotros, porque no agradecemos suficientemente eso, porque no le adoramos en los sagrarios, ni en el corazón, porque no rezamos en familia y a pesar de esas culpas y tantas otras, dependemos de su misericordia que se derrama con el aire que respiramos. Ser pobre en el espíritu, como Francisco de Asís, como tantos santos, ser nada como decía sentirse la Santa Madre bienaventurada y aceptar las ofensas porque no somos tan importantes, lo único importante es Cristo, que como decía el Papa Juan Pablo II, es la vida misma.