Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
04 Jun 16
Mt 5, 17-19
«No penséis que he venido a abolir la Ley
“No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos”.
Para entrar en la reflexión de esta perícopa de Mateo, debemos preguntarnos antes que nada ¿Que es la ley? Del latín lex, legis, es una norma jurídica dictada por el legislador, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia cuyo incumplimiento conlleva a una sanción. Para don Andrés Bello, jurista venezolano nacionalizado chileno, es: “Una declaración de la voluntad soberana, que manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite”.
¿Y cómo podemos entender la ley de Dios? Ya lo decía el filósofo griego Heráclito (540 AC-470 AC): “Todas las leyes humanas se alimentan de la ley divina”. Es un concepto mucho más amplio que se inicia como una iniciativa de Dios, que se reveló en un pacto con Israel a través del Decálogo, que luego se fue completando hasta contar con 616 leyes bíblicas que se basaban en los Diez Mandamientos. Estos proporcionan principios sólidos que pueden aplicarse a todas las otras leyes.
Jesús, por su parte, vino a dar cumplimiento a la ley y a darle una nueva lectura tomando como centro lo establecido en el Deuteronomio (Da. 6,5) y Levítico (Lv. 19,18) que expresan los dos mandamientos más importantes que son amar a Dios y amar al prójimo; de ellos dice, dependen la Ley y los Profetas ( Mt 22,40) . En tiempos de Jesús, la Ley tenía distintos significados: se refería a los Mandamientos de la religión judía, tenía que ver también con el Libro Sagrado (“La Ley y los Profetas”), y por último era toda la religión Judía basada en la Biblia.
La venida de Jesús trajo consigo una mirada “revolucionaria” de la Ley, estableciendo en su actuar una relación entre la observancia de los mandamientos y el amor. Él viene a interiorizar el espíritu de la Ley”. Esto trajo el enojo de los rabies (judíos que instruían en la Palabra de Dios). Su proceder es mal interpretado, pues Él no viene a abolir la Ley de Moisés del Antiguo Testamento, sino a integrarla al amor que nos trae de Dios para hacerla plena. Una figura comparativa muy admirable muestra a Moisés entregando los Diez Mandamientos a su pueblo en el Éxodo desde el Monte Horeb y a Jesucristo desde otro Monte, entregándonos esta Ley reformulada por medio de las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-16).
Dios es amor (1 Juan 4,16). Jesús al presentar “su Mandamiento Nuevo” a sus discípulos (Juan 13,34-35), está ampliando la Ley de amor que se originó en su Padre (Juan 3:16).
La ley que nos trae Cristo es impulsada por la misericordia. Cobra mucho sentido entonces que el Papa Francisco, haya tomado la iniciativa de llamar a un año Jubilar extraordinario en torno a este tema, al darse cuenta como pastor, de lo caóticas que están las cosas hoy en día en el mundo. Con ello nuestro Pontífice nos ha llamado fuertemente a trabajar y a poner en práctica los preceptos para vivir una cultura misericordiosa y generosa.
Es necesario que como cristianos nos empapemos del significado de la ley que nos trae Jesús a nuestras vidas. Soy de una generación que recibió una formación dura y castigadora de la fe, con la imagen de Dios juez implacable. Con el correr del tiempo, participando en la Juventud de Schoenstatt, tuve el regalo de descubrir a Jesús Padre amoroso y cercano que nos comprende en los más pequeños detalles y que nos educa con amor.
Decía el gran Poeta y doctor místico de la espiritualidad San Juan de la Cruz: “En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor”, con estos bellos versos, nos asegura que Jesús da una forma nueva y definitiva a la Ley y ello como canta el salmista, “a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre”.
Osea, la caridad puesta en acción a mi me gusta pensar en la Madre Teresa que enseña que un acto pequeño, un pequeño gesto echo con amor se une al amor infinito…..por ahí leí…borra los pecados.
Damos cumplimiento a la ley del Señor si hacemos las cosas diarias iluminados por ese esplendor divino…con caridad….porque algo nos conmueve…algo así como andar en estado de gracia
Hago esa lucha…pero no me resulta ¡Iluminame Señor!
Querido amigo, un gusto leer tu comentario del texto de Mateo en relación a la «la Ley».
Ayer en las noticias de la televisión veía con tristeza, dolor lo que hacían algunos jóvenes encapuchados con la imágen del crucifijo que habían saqueado de la parroquia de La Gratitud, era nuestro Señor una vez más flagelado por la ignorancia, la inconciencia… Claramente la impotencia, no era sólo porque destrozaban la imágen, que bien sabemos que sólo la constituía yeso, metal para sostener la estructura, sino del significado que tiene para nosotros los católicos esa imágen, el recuerdo de la crucifixión de nuestro Señor Jesús, me emocionaba pensando que ese acto que realizaban esos muchachos, es el signo del quiebre total de las creencias, la imágen del caos profundo, y sólo exclamaba «perdónalos Dios mío por que no saben lo que hacen». Es un tiempo de caos absoluto, la tensión del alma que llevo, es no saber qué hacer. Como bien sabes querido amigo, he dedicado mi vida en compartir mi fe a través de la educación y rehabilitación con hermanos alcohólicos y drogadictos, y también un largo tiempo con niños, niñas y jóvenes en alto riesgo biopsicosocial, he compartido, aconsejado, llorado junto a ellos, intentando de que sus mentes se abran y no vuelvan hacer mal, porque esa actitud es una bomba que tarde o temprano les estallara en la cara, sólo unos pocos han despertado y han cambiado el rumbo de sus historias, otros están en cárceles con 20, 25 años de edad, condenados a 10 incluso hasta 15 años de cárcel por la deuda que tienen con la sociedad, es decir toda una vida arrojada al tiesto de la basura, por la cerradez del alma y de las mentes, no sé, si algún día van a cambiar o salgan peor, y terminen sus días en la delicuencia, en el caos, en la muerte. Y surge la interrogante querido amigo, y ¿qué pasa conmigo?, ¿qué me dice la ley de amor que tengo inscrita en el alma?, son casi 30 años de mi vida, que intento a través de la educación revertir la tantas historias de dolor, odio, resentimiento de inconciencia. Creo en el ser humano, porque al igual que tu, que yo y todos, son también hijos del altísimo, pero te digo Luis, como sociedad, perdimos hace rato la brújula, en este momento, muchos van como rebaño sin pastor, y siento hermano que se nos pide a cada uno a tomar la iniciativa de guiar, proteger, educar.
Que Dios nos ampare, nos ayude y nos bendiga cada día en no perder el verdadero sentido, la esperanza de que sí, podemos revertir la realidad de hoy, en una sociedad más justa, más diga para todos y todas. Te envío un fuerte abrazo, gracias y Dios te bendiga.
Gloria Ocaranza T.
Querido amigo hermano del alma mía, creo que fue el comentario más completo que he leído hasta hoy. Tratas del tema históricamente con precisión y respeto, pasando a lo que trae confusión a mucha gente, que Jesús no sigue la ley, etc y te confieso que la imagen de Moisés y Jesús en el monte recibiendo la «ley» ya no saldrá de mi mente, de mi espíritu. La ley de las Bienvaenturanzas es una inspiración divina. Muchas y muchas gracias