Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.11 Sep 21 LUCAS 6, 36-42
¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
“Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo. No juzguen a otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará. Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes.”
Jesús les puso esta comparación: “¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo?Ningún discípulo es más que su maestro: cuando termine sus estudios llegará a ser como su maestro.”
“¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreves a decir a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo”? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.”
“No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados” “Con la vara que midas, serás medido” “Puede un ciego guiar a otro ciego” “¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja que te saque la pelusa que tienes en el ojo, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo?
Estas frases y preguntas extraídas textualmente del evangelio, hacen preguntarme ¿Cuánta vigencia tienen hoy? Pues creo, muy poca. Cuando la ética y la moral son relativas, dependiendo de quienes son las personas que infringen los códigos que las rigen, es que se pierde el sentido real del valor de la verdad y la justicia.
Las leyes humanas son imperfectas y la moral es continuamente reñida con ellas; el caso más clásico es la esclavitud, hoy prácticamente abolida en la mayor parte del mundo (aunque existe aún, sólo que en formas disfrazadas) ¡era legal! pero de una inmoralidad absoluta. Entonces, en este caso, existían dos varas para medir, una para los amos y otra para los esclavos, seres humanos sometidos a distintos tipos de justicia.
En la actualidad, hay condenas para muchos que han sido despojados de toda posibilidad de educarse y desarrollarse intelectual y espiritualmente, pues la educación se ha transformado en un bien de consumo; condenados desde el minuto que nacen, según el lugar, familia, entorno y condición socioeconómica en la que lo hicieron.
En realidad, a muchos de ellos el medio los convierte en delincuentes, sin ninguna expectativa “de bien” a futuro, y tal vez, su mayor logro sea ser sólo un narcotraficante con mucho dinero y todo lo que eso implica. Esta es una dura realidad que viven la mayoría de los pueblos latinoamericanos. Pero existe otro sector, que sí nacen y crecen con todo privilegio, pero tampoco respetan estos “códigos éticos ni morales”, sin embargo existe mucha indulgencia por parte de la sociedad para con ellos.
La condena se hace entonces relativa y nos hemos acostumbrado a ver la paja siempre en el ojo ajeno y no la viga que nos ciega ante una realidad indiscutible. No existe justificación para el pecado, pero es distinta la gravedad dependiendo quien la cometa y la circunstancia.
Aquí en Chile, ocurrió que un hombre que vivía prácticamente como un animal en los cerros del Sur, cometió gravísimos asesinatos; fue capturado y condenado a ser fusilado. Esperando su condena, aprendió a leer y fue evangelizado. Por este motivo logró darse cuenta de sus crímines de los que se arrepintió, pero ya la orden estaba dada y fue igualmente fusilado (Chacal de Nahueltoro).
Entonces, benevolencia en los juicios; ponerse también aún en la desgracia en el lugar del otro. Suprimir el odio en nuestras decisiones y entender que el castigo de los hombres no mejora la sociedad; por cada persona que se encarcele existe todo un clan, que seguirá haciendo lo mismo.
Hay que pensar “en grande y a futuro”, no se acabarán “los malos” si no conocen el bien, si no conocen a Dios y lo integran a sus vidas y sus almas; esto es el principio y el fin de la evangelización.