Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
25 Jul 11
San Juan 20, 1- 18
Él había de resucitar de entre los Muertos
El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró. Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados. El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él «debía» resucitar de entre los muertos! Después los dos discípulos se volvieron a casa, María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.» Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro». Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.» María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto.»
Este pasaje del Evangelio de Juan nos muestra a Magdalena pasando la noche llorando y esperando que apareciese el primer rayo de luz, quería mucho a Jesús, Él era todo para ella y sin embargo su fe, no le ve. Cuantas veces en medio de nuestras crisis, abandonos, soledades, angustias, faltas de Fe, desesperanza, amor también yo no le veo, aunque Él me dice “Soy Yo, no tengáis miedo”, pero Fe y Amor están destinados a encontrarse en lo más alto.
María Magdalena no lo reconoció, le sucedió a ella y muchas veces hoy a nosotros. Le busco donde creo y como creo que está, como le quiero e imagino y cuando aparece bajo otras apariencias, no le identifico y su presencia está allí, en cada acontecimiento de la vida, triste o alegre. Necesito de la oración que es la relación íntima con Él, la lectura de la palabra, la comunidad y los sacramentos para así afinar mi sintonía con Él y así llegar a reconocerlo cuando le tengo ante mí en la figura más insospechada. Para mí esto ha sido una continua experiencia y así vivir la vida eterna que se me ha regalado para hoy.
En Magdalena después del encuentro con el Resucitado aparece la misión, ella no se guarda la experiencia, corre a contarla y así ayudarnos a resucitar a otros hasta el día de hoy en nuestras noches y carencias para poder vivir de este modo en la alegría de la Resurrección.
Bienvenida María Elena a esta misión de evangelizar asumida por los laicos, el «Pueblo de Dios». Necesitamos ocupar cada vez más espacios dentro de nuestra Iglesia católica para servir al Señor aportando nuestra visión y testimonio de quienes estamos en el día a día en donde se juega el destino de los hijos de Dios en el hoy y en el acá.
De este texto, deseo destacar la importancia que tiene dentro de la vida testimonial de Jesús, la presencia activa de la mujer. Jesús elije a Maria Magdalena para anunciar a todo el mundo su resurrección: “vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.
¡Qué dolor, tristeza y hasta impotencia siento al comprobar la discriminación que los hombres de nuestra Iglesia han dado incorrectamente a la mujer!. Dos mil años de un machismo contrario al amor, base de nuestra cristiandad. ¿Por qué? Ruego a Dios que a través del Espíritu Santo ilumine a nuestros Pastores (no digo autoridades, pues ante Dios los laicos y mujeres no somos de segunda clase) para que algún día inicien una revisión profunda para revertir esta situación.
Hoy, Jesús nos habla a través de una mujer, María Magdalena, y no desde un hombre. Es un hecho de vida que debemos anunciar a viva voz. ¿No es claro, lo que Jesús nos está señalando?: hombre y mujer, somos iguales ante Dios. Lo que algunos hombres han distorsionado, no es su voluntad.
Saludos a nuestro equipo de caminandojuntos por haber incorporado a María Elena Aguirre, que nos hace un comentario lleno de vida. Ella nos habla de cómo algunas veces no reconoce al Resuscitado, lo que nos pasa a todas y todos. Creo que mi querido amigo Patricio Gómez tiene mucha razón cuando habla de la discriminación de la mujer en la Iglesia. Sin embargo, al mismo tiempo, ?por qué nosotras no tomamos en nuestras manos la misión que nos dio Jesús, de ser las primeras anunciadoras (mensajeras, ángelas) de la Resurrección? Yo hablo por mí misma, cuando a veces me es más fácil quejarme que salir y anunciar.
La experiencia de María Magdalena y los discípulos de encontrarse con el Maestro, nos muestra
que los ojos no siempre nos sirven. A veces nos engañan a la verdad y nos distraen.
Esta sociedad “Visual” nos encaja todo y a todos por los ojos. Los medios audiovisuales
empujan un torrente de imágenes a nuestra mente. Con ideas valores, referencias que no son reales
Vivimos y morimos tratando de alcanzarlos, pasando por alto lo importante, las personas importantes, las personas reales.
Todos los discípulos que se reencontraron con Jesús no le conocieron, hasta que les habló.
“La fe viene por el oír”, Por la palabra fue creado el mundo.
Separamos el mundo Audio del Visual. El oído es el ojo correcto, El ojo en cambio es fácil de engañar
una simple tela, un maquillaje, una “operación”; y no sabemos quién esta ahí detrás.
El evangelio se relaciona con la Palabra, no con la visión, esta última complementa la palabra y/o mejor dicho
La Palabra corrige la Visión. Todo lo que veamos corroborémoslo con la palabra. En la intimidad con Dios
Jesús resucitado es reconocido, más que visto, “visto y oído”.
La palabra nos dice, y debemos creerle a la palabra, que Jesús Resucito.
No es una analogía, no es una parábola, ni vino Jesús en espíritu solamente a la tierra (gnósticos)
Apóstol Juan decía que el que negaba que Jesús hubiera venido en carne, era el espíritu del anticristo. 1ª Juan 4:2-3
Pablo decía que si creíamos en Jesús solo hasta su muerte, éramos dignos de lastima. 1ª Corintios 15:19
y nuestra fe era vana.
Si no le hemos visto resucitado, no importa; pero escuchemos su voz, reconozcámosle en nuestro momento privado
confirmémoslo en nuestras vidas. Recién entonces podremos ser sus testigos.
Jesús es sacrificado y muerto por cada uno de nuestros pecados y con su Resurrección nos entrega la redención, el perdón y la esperanza en la vida eterna; ¿existe Amor más grande?, además nos hace concientes de su bondad infinita, y participes de su reino. ¿Cuantas veces ante la humana desesperanza que nos provoca el dolor humano, no logramos ver a Jesús resucitado?
Juan, nos muestra como la tristeza muchas veces no nos permite ver a Dios, y cuestionamos la misteriosa forma de presentarnos su Amor.
Cuando pienso en la maravillosa fortuna de Marìa Magdalena, que fue amiga querida de Jesús, cuyo lazo fraterno se menciona en varios pasos del evangelio, no puede ser estaño deducir que las mujeres tienen una gran importancia en la vida de Nuestro Señor.
Jesús nació en una sociedad en que las mujeres eran individuos con casi ninguna connotación social, no podían participar del culto a Dios, quiero mencionar que en una de sus oraciones, los judíos de la época daban gracias a Dios por “no haberles hecho mujeres”. A estas se les relegaba social y religiosamente, dándoseles un trato prácticamente de sirvientas, o peor aun de elementos negociables, en donde el padre incluso podía vender o intercambiar por animales, antes de que la niña cumpliera los 13 años, pues cumplidos estos, era el padre el que tenia que pagar una dote, en caso de que su hija se casara.
Cristo rompe con toda esa estructura social tan rígida para con la mujer y la hace participe de su vida. En cada momento, desde que El nace la mujer es revindicada como persona, mostrara al mundo que para El y en El no hay hombre ni mujer, todos somos uno, todos sin excepción deberemos responder del mismo modo por nuestras faltas ante Dios, y a todos se nos promete de la misma forma la vida eterna.
Mas aun, Jesús se acerca a las mujeres mas discriminadas de la época, a las viudas que eran repudiadas, a las “impuras”, a las prostitutas, a las samaritanas (pueblo segregado por los Judíos), a las enfermas, etc., Cristo le confía una misión a su Madre, y axial la dignifica, y con ello a todas las mujeres.
La especie humana esta conformada por dos partes distintas pero complementarias, diferentes orgánicamente, sicológicamente y tal vez con diversas aptitudes; pero con la misma capacidad de desarrollarnos espiritualmente, y lo que es alucinante amadas por Jesús.
En cuanto a la Iglesia, creo ver una gran participación de la mujer en ella, es mas, la mayoría de los Católicos en el mundo son mujeres; las que llenan las iglesias, son mujeres; las comunidades de base, están formadas en su mayoría por mujeres; una gran cantidad de religiosas entregan su vida al servicio de la Iglesia y de anunciar la palabra de Jesús, pero las mujeres no tenemos participación en la “jerarquía eclesiástica”, solamente es un derecho de varones, hemos sido segregadas de ella ¿y por que, si Jesús dijo e hizo lo contrario?, ¿no es esta la Iglesia de Jesús? ,………. siglos atrás probablemente hubiese sido quemada en la hoguera por lo que ahora les comento.
Como laico del siglo 21 y en uso de mi libertad de pensamiento y juicio, usando la razón que Dios me regaló, no puedo aceptar que la Jerarquía eclesial permanezca aún encerrada a toda posibilidad de que las mujeres, al igual que, los hombres, puedan tener la opción de ser ordenadas sacerdote bajo determinadas calificaciones. Copio a continuación lo que sentenció S.S. Juan Pablo II, en la Carta apostólica “Ordinatio sacerdotalis” a los obispos de la Iglesia Católica sobre la ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres:
4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, está conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y está enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Deseo repetir la siguiente frase final, “declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. Me pregunto, S.S. ¿ha hablado por Jesús y también con nuestro Dios Padre para llegar a esa sentencia …
¡Qué importante es el llamado de Jesús por su nombre! Solo ahí María pudo reconocerlo, sentirlo y salir a proclamarlo. A mi también me llama en todo momento. Cuando lo escucho me siento feliz de recibir ese don gratuito que es su amor. Ese amor es el motor que me conmueve y me mueve a la acción.
La necesidad de estar alerta y tener los ojos abiertos cada día, me llevará a ser constructora del Reino en mi familia, mi círculo cercano y ese mas lejano.
Ver el rostro de Jesús en los demás y a cada uno entregar ternura y comprensión como yo lo recibo del Señor.
Gracias por creer en mi, por llamarme por mi nombre y por ayudarme a descubrir la misión que me llevará a ser feliz.