Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
19 Dic 11
San Lucas 1, 57-66
El nacimiento de Juan Bautista
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
Ha llegado la hora y «a Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo». Después de las dos anunciaciones llegan los dos nacimientos. Primero el de Juan el Bautista. Es algo así como el profundo zumbido que precede a una erupción volcánica o a un gran terremoto. La expolición de alegría de la Buena Noticia esta muy cerca: una gran alegría que lo será para todo el pueblo (Lc 2.10)
Los cercanos de la familia se sorprenden, nadie entre los parientes se llama así. El nuevo nombre significa salirse romper con la tradición aceptada por todos.
Isabel y Zacarias fueron siempre cumplidores de la ley; pero fueron también innovadores. No puede ser de otra manera allí donde el Espíritu esta vivo. Lo del nombre fue un primer detalle. Lo mas novedoso y significativo del relato es la nueva imagen de Dios que asoma en el horizonte. El Dios de la clemencia y la gratuidad, no el Dios de la rigidez y el talión.
Esto es lo que esta a punto de aparecer en Belén: Dios rico en misericordia, por el gran amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo; por gracia habéis sido salvados (Ef. 24-5.)
Hermosa la meditación de María Elena, el espíritu de Dios nos guía a cosas nuevas. Lo importante es estar atento a su llamado, a su visitación.
La ley del Espíritu nos libera de la Ley de Moisés, “EL FIN DE LA LEY ES CRISTO” Romanos 10:4
Jesús cumplió la Ley por nosotros, esa es la buena nueva, somos libres de condenación si aceptamos el regalo de Dios
Debemos tratar de no dañar al hermano solamente, mientras Dios construye en nosotros el espíritu que él quiere.
Esto lo confirmará el Espíritu mismo a nuestro corazón
Me gustó mucho lo que dijo María Elena que Isabel y Zacarías siguen la Ley y también son innovadores. Así también lo fue Jesús que no rechazó su fe y tradición religiosa – judío que era y como judío se murió – y fue profundamente innovador cuando reafirma la imagen de Dios como Padre, como misericordioso, siempre preocupado con los oprimidos y desamparados. Su gran novedad fue llamar Abba al Dios del Primer Testamento y enseñarnos a hacer lo mismo, reconociendo en Él aquel que libera, crea y consuela.
Juan “el que bautizaba”, nació de una mujer añosa de fertilidad dudosa, fue llamado con un nombre que no estaba de acuerdo a las costumbres judías de la época, transcurrió su vida alimentándose y vistiéndose de manera poco común a las usanzas de esos años, predicó y anunció la próxima llegada del Mesías. Sin duda se trató de un “rupturista” de las tradiciones propias de la sociedad en que vivió, sin embargo su importancia radica en ser el precursor de Cristo y su renovadora “Palabra”.
Si pensamos un poco en cada uno de los protagonista de la Historia Sagrada, tanto del NT, como del AT, será fácil darnos cuenta que ninguno está de más, todos tienen una importancia en el mensaje, ya sea si han actuado bien o mal, sus actos, y vidas son parte de un testimonio con el que Nuestro Padre nos muestra la verdadera senda hacia Él.
Mi admiración a Juan radica en la valentía de preconizar y pregonar la llegada del Salvador y reconocerlo como el hijo de Dios; me pregunto si en estos días ante las tradiciones impuestas por nuestras culturas, ante la relativa importancia de las cosas, en que Jesús y la vida espiritual sucumben ante el bramido de la violencia, del consumismo, del poder y la ambición, ¿cuan valientes podemos ser, y pregonar su palabra?.
Juan no pierde la perspectiva de reconocer, a pesar de sus transgresoras conductas a la época, a Jesús como hijo de Dios, como el Mesías esperado y prometido al pueblo Judío.
Para nosotros es más fácil, la historia ya está dada, sólo debemos hacerla parte de nuestras vidas.
La dificultad radica en reconocer y hacer a Jesús parte de nuestras propias historias, en este tiempo, por que Él vive y morará entre nosotros hasta el fin de los tiempos.
Nos encontramos en vísperas de la celebración de la llegada del Salvador, cuanta alegría nos trae este niño engendrado por el Amor vivo y pleno de Dios a todos sus hijos, cuantos infinitos regalos nos hace con su venida. Somos cristianos y como tales debemos considerarnos bendecidos por encontrarnos como hermanos en su Palabra y su Amor.
Es en estas fechas probablemente cuando nos preocupa como regalar a nuestros seres queridos, para demostrarles de algún modo preocupación y cariño; Dios también nos regala cada día desde el inicio de nuestras vidas a nuestras muertes y más allá aún, nos regala la vida eterna.
Reconociendo los múltiples dones que Dios otorga a la humanidad, hoy sólo me referiré a uno de tantos, con la idea de agradecer este regalo maravilloso que Él ha puesto a disposición del hombre, “el pensamiento humano”.
La maravilla del pensar.
Pensar. La libertad en esencia, la posesión humana invencible; puede ir hasta el confín de los tiempos, puede escudriñar en los más recónditos lugares.
Somos sus dueños absolutos; nuestros pensamientos llegan hasta donde nosotros lo permitamos, con ellos construimos nuestros ideales, con ellos dirimimos según nuestro propio sentido de la justicia, somos reyes o esclavos si lo deseamos, tenemos la posesión de sus límites y de su destrucción. Con ellos amamos, con ellos pecamos, reímos y sufrimos,….. con ellos creemos…….o no creemos.
Sin embargo, en ocasiones, los pensamientos se escapan al rigor de nuestras conciencias, somos víctimas de ellos,………..entonces necesitamos recurrir a la voluntad.
Usemos nuestros pensamientos para la comunicación con Dios a través de la oración, de reflexiones profundas e intimas con Él, permitamos que nos inunde el gozo de que Jesús sea el poseedor de todos ellos.
Feliz Navidad. Que Jesús nazca y permanezca en toda la humanidad.